Hace seis años, el gobierno federal prometió que la Refinería Bicentenario sería el mayor proyecto de infraestructura de la última década, y le invirtió 9 mil 612 millones de pesos. Pero hace tres meses la canceló. Facturas de la millonaria inversión, obtenidas para esta investigación periodística, evidencian la necesidad de una auditoría: en el terreno –ubicado en Tula, Hidalgo– no se colocó más que una barda, hubo millonarias adjudicaciones directas, modificaciones en los montos pactados y contratación de empresas con historiales de corrupción.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Con todo y reforma energética, en diciembre pasado el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, anunció la cancelación de la Refinería Bicentenario (RB), que debía construirse en Tula, Hidalgo. Ésta sería la obra petrolera más importante de las últimas décadas, y el gobierno de Enrique Peña Nieto había condicionado su edificación, precisamente, a que se aprobara la reforma.Ante el anuncio, legisladores de las comisiones de Energía en ambas cámaras del Congreso preparan la solicitud de una auditoría sobre los recursos que se gastaron en esta fallida obra, durante los últimos seis años: 9 mil 612 millones de pesos.
La pregunta es: ¿qué se hizo con ese dinero? A simple vista, sólo se observa una barda que bordea las 700 hectáreas del polígono donde, se supone, la refinería debía operar a partir de septiembre de 2016. Por lo demás, la obra es papel.
Esta reportera obtuvo copias de las facturas pagadas en las 41 contrataciones que los funcionarios de Pemex hicieron para la RB, más facturas de otros gastos solventados con esa misma bolsa presupuestal, que en algunos casos fue usada como “caja chica” de la subsidiaria Pemex Refinación. Dichos documentos revelan que hubo millonarias adjudicaciones directas, modificaciones en los montos contractuales originales, aceptación de plazos adicionales y atrasos sin cobro de penalización.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Con todo y reforma energética, en diciembre pasado el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, anunció la cancelación de la Refinería Bicentenario (RB), que debía construirse en Tula, Hidalgo. Ésta sería la obra petrolera más importante de las últimas décadas, y el gobierno de Enrique Peña Nieto había condicionado su edificación, precisamente, a que se aprobara la reforma.Ante el anuncio, legisladores de las comisiones de Energía en ambas cámaras del Congreso preparan la solicitud de una auditoría sobre los recursos que se gastaron en esta fallida obra, durante los últimos seis años: 9 mil 612 millones de pesos.
La pregunta es: ¿qué se hizo con ese dinero? A simple vista, sólo se observa una barda que bordea las 700 hectáreas del polígono donde, se supone, la refinería debía operar a partir de septiembre de 2016. Por lo demás, la obra es papel.
Esta reportera obtuvo copias de las facturas pagadas en las 41 contrataciones que los funcionarios de Pemex hicieron para la RB, más facturas de otros gastos solventados con esa misma bolsa presupuestal, que en algunos casos fue usada como “caja chica” de la subsidiaria Pemex Refinación. Dichos documentos revelan que hubo millonarias adjudicaciones directas, modificaciones en los montos contractuales originales, aceptación de plazos adicionales y atrasos sin cobro de penalización.
BARDAS Y BASURA DE LUJO
Uno de los contratos más ominosos es el que se firmó con la compañía tamaulipeca Martínez Aguilar Construcciones S.A. de C.V. (MACSA) para que erigiera la barda perimetral de 14.7 kilómetros. Por 90.5 millones de pesos, MACSA debía construirla entre marzo y noviembre de 2011, pero hubo tantas demoras que incluso en julio de 2013 seguían haciéndose ajustes a los gastos.
Al final, según la suma de las 24 facturas emitidas al respecto, Pemex abonó —ya con el IVA— 121.5 millones de pesos, es decir, casi 30% más de lo originalmente estipulado. En promedio, cada metro de esa barda costó más de 8 mil pesos.
Respecto de esos aumentos presupuestales, en marzo de 2012 MACSA cobró una ampliación de 982 mil 626.57 pesos; en diciembre, otra por 3 millones 13 mil 425.97. En una tercera factura, la número FA000035, se ve que Pemex dio 791 mil 409.91 pesos por estimaciones de trabajo "correspondiente al periodo del 1 al 5 julio de 2012"; sin embargo, las labores de ese lapso ya habían sido facturadas con el documento FA000254, expedido el 14 de septiembre de 2012, que registra 7 millones 147 mil 765.39 pesos. Y la última factura de un añadido es la FA00036, fechada el 28 de junio de 2013, que ampara 156 mil 136.65 pesos "por concepto de estimación de ajuste de costos 3AC correspondiente al periodo de marzo de 2011 a julio de 2012".
LA CUESTIONADA ISOLUX
A Isolux Corsán se le encargó reubicar las líneas de transmisión de 400 KV Tula-Querétaro y Tula-Poza Rica. El contrato PRS00213PNR consigna una retribución de 156 millones de pesos.
El Congreso de la Unión impugnó el acuerdo desde que se conoció, debido al historial del consorcio español, que en América Latina y Europa está involucrado en supuestas prácticas de corrupción, sobornos e irregularidades en la ejecución de sus obras.
En México, de hecho, la compañía ya había logrado cuantiosos contratos con la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la Conagua, el IMSS y otros organismos federales, que tampoco se libraron de padecer anomalías.
Para la RB se pactó entregar a Isolux 156 millones de pesos, pero al final se le pagaron 180.1 millones. Además, concluyó sus labores tres meses después de lo estipulado.
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