Carlos Fernández-Vega
En medio de la euforia que en él ha provocado la desnacionalización energética, al gobierno federal se le
olvidóel remarcado deterioro económico que registra el país y las terribles consecuencias sociales que implica.
Legalizadoel negocio privado del oro negro y la electricidad, el inquilino de Los Pinos y socios que lo acompañan se frotan las manos, prometen a diestra y siniestra y celebra ruidosamente el haber coronado un proyecto totalmente contrario al interés nacional, iniciado tres décadas atrás.
Cinco gerentes de Los Pinos hicieron hasta lo impensable con tal de ponerle la cereza al pastel privatizador. Arrasaron con la infraestructura productiva del Estado, pero aun así no lograron concretar el plan desnacionalizador del sector energético. Fue al sexto, el actual, a quien tocó coronar, el mismo personaje que, duro que dale, insistió en que no se privatizaría
ni un tornillodel sector energético (otrora) nacional. A su vez, los congresos (federal y estatales) nunca fueron tan levanta dedos como ahora, y en cuestión de horas –de minutos, en algunos casos– avalaron echar atrás 75 años de historia nacional. Eso sí, mantienen la mano estirada en espera de recibir lo suyo, que favor con favor se paga.
Y mientras todos ellos se frotan las manos por el nuevo filón de negocios privados y las generosas comisiones que obtendrán por su participación como gestores, los componentes del Sistema de Indicadores Cíclicos se mantienen en fase de recesión, las expectativas de crecimiento económico siguen a la baja, la confianza del consumidor cae y cae, y la inversión reporta su quinta caída consecutiva. Eso sí, en Los Pinos y subsidiarias la fiesta está a todo dar.
El Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara Diputados advierte lo anterior y detalla que continúa el deterioro de la expectativa de crecimiento económico y de generación de empleo formal, mientras la inversión se mantiene a la baja, lo que no permite vislumbrar un buen arranque de 2014, año para el que la estimación de crecimiento no pasa de 3.34 por ciento, contra la promesa gubernamental de alcanzar 3.9.
Anota el CEFP que
los componentes del Sistema de Indicadores Cíclicos, dados a conocer por el Inegi, revelan que la economía mexicana se encontró en fase de recesión, aunque se anticipa que entrará en recuperación. En particular, en septiembre de 2013, el indicador coincidente (que refleja el estado general de la economía mexicana) se situó, por cuarta vez consecutiva, en la fase de recesión, al presentar un valor de 99.78 puntos y tener una disminución de 0.07 puntos en relación con el mes anterior.
La evolución del indicador coincidente fue consecuencia de que el indicador de la actividad industrial, el índice de ventas netas al por menor en los establecimientos comerciales, el de las importaciones totales y el de la actividad económica mensual,
se localizaron en la fase recesiva, mientras el número de asegurados permanentes en el IMSS se posicionó en la fase de desaceleración. En contraste, la tasa oficial de desocupación urbana adelanta un mayor número de mexicanos en tan precaria condición.
En el noveno mes de 2013, el indicador adelantado (cuya función es la de anticipar la posible trayectoria del estado general de la economía) se colocó en la fase de recesión, al ubicarse en 99.84 puntos y disminuir 0.01 puntos, lo que implicó su cuarto mes consecutivo en dicha posición. Mientras que con información oportuna para octubre dicho indicador tuvo un valor de 99.86 y aumentó 0.02 puntos, posicionándose por primera vez en la fase de recuperación. Ello como consecuencia de que la tendencia del empleo en las manufacturas, el Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores en términos reales y las exportaciones no petroleras se mantiene en la fase de recesión.
De acuerdo con la Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado de noviembre, anota el CEFP, se anticipa que en 2013 el PIB tendría un incremento de 1.28 por ciento; aunque dicha tasa fue superior a la previsión anterior (1.24), representó poco menos de una tercera parte de la que se registró en 2012 (3.91). Mientras que para 2014 se estima que el PIB tenga un aumento de 3.34 por ciento, aunque esto implicaría un repunte de la actividad económica en relación con el presente año, dicha tasa es inferior a lo que se estimó un mes atrás (3.41) y a lo observado en 2010, 2011 y 2012 (5.11, 3.96 y 3.91 por ciento, respectivamente).
A su vez, el Inegi reportó que en noviembre de 2013 el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) se deterioró, al pasar de un incremento de 5.15 por ciento en igual mes del año previo a una caída de 5.83, lo cual implicó que se conservara en terreno negativo por segundo mes consecutivo. Además, el valor de su índice aún se mantiene por debajo del observado en el mismo mes de 2007, respecto del cual presenta una caída acumulada, después de seis años, de 11.3 por ciento.
En términos anuales, sobresale el deterioro de todos los elementos del ICC: los consumidores aprecian que su situación económica es menos favorable actualmente comparada con la de hace un año, y no esperan mejore para los próximos 12 meses; perciben que la situación económica del país está peor en comparación con la registrada hace un año, y no anticipan que mejore en el futuro.
Así, bajo este escenario, los miembros del hogar no contemplan la posibilidad de adquirir bienes de consumo duraderos, su segunda disminución consecutiva después de tres alzas sucesivas. El deterioro de la confianza del consumidor refleja la holgura existente en el mercado laboral derivada de la menor generación de empleos formales, del ritmo de aumento en los salarios y del nivel de la tasa de desocupación anual.
A lo anterior se suma el menor crédito de la banca comercial al consumo en los últimos meses, pues afecta la dinámica de la demanda interna del país: en octubre de 2012 el crédito tuvo un aumento anual de 16.14 por ciento y para el mismo mes de 2013 su incremento fue de 9.74; en particular, el crédito en bienes de consumo duradero pasó de un alza de 1.43 por ciento a una de 0.27 en el periodo señalado.
Y de cereza, la inversión fija bruta total tuvo una caída anual de 5.51 por ciento, su quinto descenso consecutivo.
Las rebanadas del pastel
Pero qué más da, si ya coronaron.
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