26 junio 2012 | Axel Didriksson | Proceso
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- En esta semana que corre culminan las campañas
electorales para elegir a nivel federal un nuevo Poder Ejecutivo y otro
Legislativo, al igual que varias representaciones de gobierno en estados
de la República. En lo que va del proceso se ha pasado de una suerte de
certeza de triunfo del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto (arropada
por una derrama extrema de dinero y por enormes recursos de imagen), a
un vuelco social y político que crece como un rumor inquietante, el cual
consiste en que el puntero real en la contienda presidencial y, en
consecuencia, quien tiene más posibilidades de ganar, es Andrés Manuel
López Obrador.
Este
movimiento pendular de un candidato a otro ha tenido diversas causas y
sentidos, así como algunas sorpresas y amenazas que están latentes.
Entre los acontecimientos que se han venido dando se halla la irrupción
de un nuevo movimiento estudiantil. Con su novedoso despertar, los
estudiantes se organizan de forma creciente a niveles local y nacional, y
se están sumando a los millones de jóvenes indignados de otros países,
en una convergencia tan multitudinaria como insólita, mediada por las
redes sociales e internet.
Este
nuevo movimiento estudiantil ha desenmascarado la orquestación de las
grandes televisoras y de algunos medios impresos a favor de la
candidatura del PRI, dejando en caída libre a la de Josefina Vázquez
Mota, a quien se le ve sin la fuerza necesaria para poder remontar su
tercer puesto (en una contienda de tres) con su cantaleta de frases sin
contenido y su discurso plano e inconsistente.
Otra
de las tendencias de este vuelco electoral es el vaciamiento y pérdida
de significado de las encuestas y cifras que equivocadamente han buscado
sustituir a la percepción, al imaginario social y al análisis político
crítico. Las encuestas y sus pregoneros, que insistían en el triunfo de
Peña Nieto, han pasado a ser un asidero poco confiable frente a las
evidencias de la acción masiva, de la organización de grandes
conglomerados sociales, de la proliferación de grupos de ciudadanos y
jóvenes que se comunican entre sí de forma extraordinaria día tras día,
por encima de las cifras que machaconamente proliferan pero que han
perdido credibilidad.
Se
confirma de este modo que, cuando el conocimiento y el aprendizaje
sociales se vuelven una constante, bajo la forma de una inteligencia
colectiva, los excesos mediáticos dejan de tener eficacia porque
evidencian la intención de confundir a gran escala por medio de un
discurso de aparente base científica, como las encuestas. En todo caso,
las decisiones políticas de los ciudadanos organizados no se basan de
manera absoluta en lo que se difunde, sino en lo que se sabe y se
aprende cotidianamente en el espacio público. Y es esto lo que genera
rupturas y movimientos emergentes, como los que están ocurriendo entre
los estudiantes, las víctimas de la violencia, los trabajadores
despedidos y maniatados, los jóvenes que viven sin futuro, las familias
amenazadas de despojo, los millones de personas agraviadas por las
mentiras y la impunidad, así como por esa imagen que Foucault tenía del
poder: “pobre en recursos, parco en sus métodos, monótono en las
tácticas que utiliza, incapaz de invención y como condenado a repetirse
siempre a sí mismo”.
La
mayor novedad es el creciente rumor de que López Obrador ganará las
elecciones a la Presidencia de la República, y, con esta prefiguración,
quienes se sentían muy cómodos en sus certidumbres y nostalgias, en la
representación de sus futuros enriquecimientos ilícitos y de continuidad
de sus placeres, en las alianzas que han tejido para repartirse los
recursos del gobierno y los cargos públicos, han desembocado en la
desesperación o llegado al borde de un ataque de nervios, por decir lo
menos.
Es
por ello que durante esta semana las fuerzas se tensarán al máximo, se
redefinirán los escenarios prefabricados y se hará uso de lo indecible,
de todo lo que esté a la mano, con una parafernalia de repetición de
cifras, imágenes y vituperios hasta el cansancio. Ya están moviéndose
los hilos de la corrupción y de la compra de votos a lo largo y ancho
del país; ya se conocen las maneras como buscarán enlodar el proceso
electoral y, llegado el momento, hasta buscar tronarlo. Ya veremos cómo
se atiza el odio y se recurre a los fantasmas y monstruos de siempre.
Pero el rumor seguirá adelante y seguirá moviéndose hacia el próximo
domingo para verificar hasta dónde llegó la bolita. Allí se verá si la
inteligencia cooperativa se impuso a la ignorancia promovida y
certificada.
Fuente: Proceso
Fuente: Proceso
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