Que se respete el sufragio
El voto en conciencia del pueblo de México debe ser tomado en cuenta y respetado por el IFE.
29 junio 2012 | Martín Esparza Flores | Siempre!
El
Instituto Federal Electoral, como instancia encargada de organizar y
vigilar el actual proceso electoral y los resultados que del mismo
emanen, tiene en sus manos el rumbo del país y la ineludible
responsabilidad de hacer que el sufragio mayoritario de los mexicanos se
respete.
Hoy
más que nunca millones de mexicanos votan en conciencia por un proyecto
de nación que les ayude a superar su lacerante realidad vivida en el
sexenio de Felipe Calderón donde la pobreza y el desempleo se
acrecentaron al grado de llevar a los extremos de la miseria a 52
millones de habitantes.
A
diferencia de hace seis años en que los jóvenes y otros sectores
sociales se mantuvieron pasivos ante la elección presidencial, hoy
despertaron uniendo su voz crítica a la demanda de una sociedad
anhelante de un auténtico cambio en el modelo económico que no sea más
de las reediciones del pasado del PRIAN, cuyo inmoral concubinato tiene
al país a merced de la violencia, el estancamiento económico, la
inseguridad y las trasnacionales que se han apoderado de nuestros
recursos energéticos como la electricidad.
La
guerra sucia empleada para denostar la candidatura de Andrés Manuel
López Obrador, con un costo de cientos de millones de pesos de gastos
extraoficiales —no auditados por el IFE—-, fue insuficiente para minar
el ascenso de su campaña, arropada no por los medios de comunicación ni
los grupos de poder incondicionales al duopolio partidista, sino por el
pueblo en su conjunto. Esa gente que en la montaña, en la ranchería,
en el municipio más apartado o en las marginadas colonias populares de
las grandes ciudades se le entregó al candidato de MORENA. Y ésa es la
gran diferencia entre el candidato de las izquierdas y los del PRIAN, su
mayoritario sustento social, no sujeto a ninguna negociación
poselectoral pues representa la voluntad del pueblo mismo.
El
IFE ya no podrá echar mano del aparato de los medios masivos para
desactivar un reclamo ciudadano que exige limpieza en el proceso y el
respeto a su voto; millones y millones tomaron conciencia desde hace
semanas que las artificiales encuestas no son el reflejo de su realidad
ni de sus necesidades, pues por primera vez en muchos años, en las
universidades, en los centros de reunión o de trabajo, y hasta en los
hogares, ha existido una coincidencia de opiniones, un sentido crítico
por despertar de la manipulación impuesta en décadas por los consorcios
televisivos al servicio del PRIAN.
Innegable
que el rechazo electoral al PAN fue ganado a pulso; en el sexenio de
Felipe Calderón no hubo millones de empleos pero sí millones de
palabras vacías; todo se intentó resolver con ilegales e insultantes
decretos, como el que extinguió a Luz y Fuerza en octubre del 2009, o el
que trató de instituir la tragedia de los niños de la guardería ABC en
Día de Luto Nacional. Podría decirse que hasta la esperanza del pueblo
de México la quisieron suprimir por decreto.
Intoxicarse
con una sensación de victoria asegurada no es más que el reflejo de la
intolerancia a un auténtico cambio, y México no puede ni debe seguir
igual: millones de jóvenes y de padres de familia enfrentan la difícil
situación de encontrar un empleo bien remunerado y no chambas de segunda
como las que ha planteado la reforma laboral del PRIAN, muy al estilo
Wal-Mart; con los 60 mil muertos de la guerra fallida contra el narco
podría erigirse una necrópolis de regular importancia; hay 52 millones
de pobres contra multimillonarios de la lista Forbes como Carlos Slim o
Lorenzo Zambrano; los campesinos e indígenas mueren de hambre por la
indiferencia oficial y deben ser auxiliados con programas emergentes
como sucedió con los rarámuris de la Sierra Tarahumara; y siendo un
país con vastos recursos energéticos enfrentamos desmedidos cobros en la
electricidad, el gas y las gasolinas, al entregar su explotación a las
trasnacionales.
El
voto en conciencia del pueblo de México debe ser tomado en cuenta y
respetado por el IFE. No hacerlo será medir, ahora sí, el verdadero
pulso de la indignación nacional. Que ha dado, desde hace varias
semanas, un no colectivo al continuismo político y económico del PRIAN.
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