sábado, 8 de septiembre de 2012

El Frankestein laboral de Calderón


En versión corregida
8 septiembre 2012 | Martín Esparza Flores | siempre
Torpemente, Felipe Calderón busca que la recién aterrizada LXII Legislatura dé vida a su “Frankestein” laboral,  cuyo engendro es en buena parte autoría del exsecretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón; ése engendro de la derecha que busca aniquilar los derechos de los trabajadores y dejarlos sin los beneficios de la seguridad social.
La versión corregida y aumentada que envío Calderón al nuevo Congreso, lleva de colofón una misiva al corporativismo del PRI al plantear que las dirigencias sindicales, sin distinción, sean electas mediante el voto universal, libre y secreto de los trabajadores, amén de establecer mecanismos de auditoría y transparencia a recursos cuyo origen no es del orden  público.

En lo sustancial, Calderón insiste en menoscabar los derechos y las conquistas de los trabajadores  tales como  cercenar el derecho a huelga, que tanto pisoteó durante su gobierno como ocurrió en repetidas ocasiones con el gremio de los mineros al cual, por consigna, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, declaró nulos sus movimientos como el de Cananea.

Eso sí, la iniciativa pulveriza, como en repetidas ocasiones lo denunciamos, el derecho a la seguridad social al legalizar las outsourcings —libres contrataciones—, el pago por hora y los contratos de prueba, que por cierto tanto alentó de manera ilegal el ahora senador Javier Lozano, a través de los contratos de protección y los sindicatos blancos.

La lista de atropellos contenidos en la pretendida reforma laboral es extensa, razón por la cual fue enviada a la congeladora en la LXI Legislatura. Y así como hace unos meses los sindicatos independientes, como el el Mexicano de los Electricistas, anunciamos movilizaciones en todo el país para impedir un atropello de tales dimensiones en contra de la ya de sí golpeada clase trabajadora, ahora no debemos dejar de considerar que la intención de última hora de Calderón lleva implícita más un amarre de navajas al próximo gobierno que un razonamiento lógico para su aprobación.

La nueva correlación de fuerzas al interior del Congreso deja al PRI con la responsabilidad mayoritaria de decidir al respecto, por lo que no deberá extrañar a nadie que el próximo 30 de septiembre, que vence el plazo para resolver a favor o en contra de la Ley Calderón-Lozano, los legisladores, cual Pilatos, echen mano al aguamanil y se laven las manos, negando la paternidad al monstruoso Frankestein laboral del presidente, tan abominable que ni siquiera la inglesa Mary Shelley fue capaz de concebir en su inmortal obra.

Seguramente que en el pecado Calderón llevará la penitencia, pues diputados y senadores de izquierda en el Congreso se encargarán de recordarle su política antilaboral y su estrepitoso fracaso como mal autonombrado “presidente del empleo”. Y los priístas difícilmente dirán “esta boca es mía”, cuando la reata enviada desde Los Pinos para tratar de lazar a sus charros sindicales está más que anunciada.

Antes de pensar en reformas laborales atentatorias de los derechos de los trabajadores, debe recapitularse en el cumplimiento de las actuales leyes laborales, tan violentadas en el actual sexenio que han pasado a ser letra muerta lo mismo que los tratados internacionales en la materia. El país no necesita una nueva reforma, sino el inaplazable cumplimiento del Estado de derecho. Así de sencillo. Demos, pues, el adiós al Frankestein laboral de Calderón.

No hay comentarios :

Publicar un comentario