México SA
Carlos Fernández-Vega
Con la aprobación de la reforma laboral, gobierno y partidos políticos representados en el Congreso no sólo dotaron de mayores herramientas al capital para explotar aún más a los trabajadores, sino ratificaron su decisión de profundizar y acelerar la precarización del mercado y las condiciones laborales en el país. Milagrosamente la dupla citada no palomeó la gratuidad de la mano de obra, aunque con las nuevas disposiciones y su buena voluntad muy cerca de ello se está.
Desde luego que gobierno y Congreso decidieron que la nueva ley se aplique en los bueyes de mi compadre, porque ninguna de las dos áreas fue afectada por la susodicha reforma. Así, sin resultados benéficos para el país y con una jornada laboral más dedicada a la grilla y a negocios particulares que a superar los grandes problemas nacionales, la burocracia dorada cobrará íntegros sueldos y dietas, más todo tipo de prestaciones. Como no hace mucho se exigía, qué tal si se repite aquella petición de los años 80: salario mínimo (y por hora) al inquilino de Los Pinos, su gabinetazo y los congresistas, para que sepan lo que se siente.
En vía de mientras, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, advierte que la aprobación por la Cámara de Diputados de la reforma laboral
enfrentará un gran desafío (una vez que los senadores la avalen): revertir la precarización del empleo en México. Las cifras más recientes dadas a conocer por el Inegi marcan que durante el tercer trimestre del año el retroceso laboral sigue su marcha, a pesar de que existe crecimiento económico. Aspectos como el aumento histórico en la informalidad, el incremento de la subocupación y el hecho de que las condiciones críticas de ocupación sigan avanzando representan el claro ejemplo de que la generación de riqueza no necesariamente llega al bolsillo de los trabajadores y, por ende, a sus familias.
De igual forma, los más de 30 millones de mexicanos con ocupación pero sin acceso a la seguridad social ejemplifican la falta de cumplimiento de las leyes y reglamentos laborales. Todo lo anterior convive con la reducción del poder adquisitivo de los trabajadores y, en general, del ingreso de los mexicanos. Además, durante los últimos años se ha registrado una elevada inflación en alimentos, por lo que el resultado es la caída de 25 por ciento en el poder adquisitivo del ingreso per cápita de las personas.
El deterioro de las condiciones sociales es la consecuencia directa, y seguramente en las siguientes semanas se verá que los reportes del Coneval marcarán que la pobreza sigue avanzando.
Después de que la cortina de humo se ha disipado, apunta el CIEN, es decir, que no hay cambio en la forma en que se eligen y administran los sindicatos,
se han sacado adelante modificaciones laborales que recargan nuevamente en los trabajadores el peso de incrementar la productividad de la economía mexicana. El problema de fondo es que no hay medidas efectivas, presupuestales, hacendarias, educativas e institucionales que transformen de fondo los lastres que tiene el sector productivo mexicano. La mayor parte de las unidades económicas son pequeñas empresas y micro negocios, las cuales no tendrán los beneficios que teóricamente debe generar la reforma. Los comités mixtos de productividad se formarán en las medianas y grandes empresas, las que ya disfrutan de mejores condiciones de acceso al crédito y tecnología, la que mayor capacitación le da a sus trabajadores, pero ¿qué pasa con las empresas más pequeñas?
De acuerdo con el Inegi, más de 20 millones de mexicanos laboran en micronegocios, de los cuales 11 millones lo hacen sin contar con un establecimiento, es decir, realizan su actividad en la calle. Sobre ello la reforma propuesta indica que las secretarías de Economía y del Trabajo se encargarán de generar programas para elevar su productividad, pero ¿podrán hacerlo? ¿De cuántos recursos físicos, humanos y financieros se necesita disponer para hacerlo? La falta de memoria histórica es una falla de nuestra sociedad: durante los últimos 30 años se ha indicado que con reformas como la laboral México iniciaría una nueva etapa de crecimiento y desarrollo económico y social. Los casi 60 millones de mexicanos en pobreza por ingresos son la muestra fehaciente de que ello, ni lejanamente, ha ocurrido.
La Cámara de Diputados muestra que no es un contrapeso efectivo respecto de las decisiones del Ejecutivo ni tiene capacidad de generar propuestas alternativas que tengan el bienestar de la población como el objetivo real de la política económica aplicada. En el proceso de aprobación nunca se entregó el efecto de las reformas: inversión, PIB, salarios, prestaciones sociales, pobreza, empleo y exportaciones, por citar algunos ejemplos. Nunca fueron tratados con seriedad por quienes propusieron y aprobaron la reforma. Con la fe ciega del dogma piensan que será exitosa. Si se equivocan, la carga social nuevamente recaerá en la parte más pobre la población.
El cierre del sexenio deja como resultado un mercado laboral débil. En consecuencia existe un deterioro en importantes rubros: 4 millones de personas adicionales sin acceso a la salud (64 por ciento de las ocupadas no cuentan con acceso a instituciones de salud); 14.8 millones de mexicanos sin contrato escrito; un incremento del sector informal de 15.6 por ciento; precarización del mercado laboral con 11 millones ocupados en micronegocios sin establecimiento; 3.2 millones de trabajadores no remunerados, y un incremento considerable de la desocupación (un millón adicional de personas desocupadas). Además existe un crecimiento relevante del número de personas que devengan hasta un salario mínimo (6.8 por ciento), entre uno y dos (11.3) y entre dos y tres (10.4), en tanto los mexicanos que obtienen mayores percepciones ha disminuido. De igual manera, se aprecia un incremento marginal de los empleadores (0.5 por ciento), aspecto que se encuentra fuertemente vinculado con el modesto desempeño de la economía, puntualiza el CIEN.
Las rebanadas del pastel
¡Felicidades!, mexicanos pagadores: con Fox y Calderón en Los Pinos, la banca que opera en México, mayoritariamente extranjera, se embolsó casi 600 mil millones de pesos en utilidades netas (sin considerar pagarés Fobaproa), lo que da un promedio diario de 139 millones de pesos limpios de polvo y paja, en promedio. Y lo mejor del caso es que el crédito a sectores productivos se mantiene muy por debajo del registrado 18 años atrás. ¡Milagro! No presta, pero la banca cada día gana más.
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