Carlos Fernández-Vega
la jornada México SA
Sólo los promotores de la
reformalaboral auguran un futuro venturoso para México en materia de empleo. Idílicamente, vaticinan que, una vez palomeada, la única complicación que tendrán los trabajadores nacionales será seleccionar dónde se contratan, porque a partir de ya se generarán tantas plazas formales (aquí, allá y acullá, aderezadas con salarios que ya quisieran los noruegos) que no atinarán a saber cuál es mejor que la otra. En los hechos, sólo queda por definir cuál de las
fórmulas(la tricolor o la blanquiazul) será la idónea para pasar a cuchillo a millones de trabajadores.
En vía de mientras, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierten que el déficit de empleo decente
es una característicade los mercados laborales de la región, lo que constituye una pérdida de bienestar, actual y futuro, para la sociedad. A su vez, los jóvenes suelen enfrentar obstáculos especiales en su búsqueda de una inserción productiva, lo que se expresa en indicadores laborales (desempleo, empleo precario, ingresos y otros) significativamente peores que los de los adultos.
Además de enfrentar obstáculos estructurales en la búsqueda de una inserción laboral productiva, subrayan los citados organismos, los jóvenes se ven afectados por los vaivenes de la economía, ya que las oportunidades de inserción varían marcadamente a lo largo del ciclo económico. Específicamente, ante una desaceleración del crecimiento y, más aún, en una crisis económica, los jóvenes corren el riesgo de ser los más afectados. Esto se debe a que las empresas, en un primer momento, dejarían de contratar trabajadores adicionales (en circunstancias en que los jóvenes están sobrerrepresentados entre los desempleados) y, al empeorarse el contexto y las expectativas económicas, comenzarían a despedir sobre todo a los jóvenes, debido a que cuentan con menor antigüedad en el empleo y experiencia. En un periodo de reactivación puede ocurrir que las empresas busquen personal experimentado para poder satisfacer la reanudación de la demanda de sus productos, lo que favorecería más la contratación de adultos que de jóvenes.
A consecuencia de la crisis, la tasa de desempleo se elevó en la mayoría de los países de la región entre 2007 y 2009, aunque algunos como Brasil, Perú, Uruguay y Venezuela mantuvieron o incluso disminuyeron su tasa en este periodo. El desempleo de los jóvenes también aumentó, lo que debe ser objeto de especial preocupación, dado que antes de la crisis la tasa de desempleo del grupo de 15 a 24 años era entre 2.3 y 5.5 veces superior a la tasa de los adultos de 25 años y más. Sin embargo, al analizar la evolución de la brecha entre el desempleo juvenil y el de los adultos durante la crisis, se observa que sólo aumentó en cinco países, mientras disminuyó relativamente en ocho, incluidos los más grandes: Brasil (el desempleo juvenil era 3.4 veces superior al de los adultos en 2007 y pasó a ser 3.2 veces más elevado en 2009) y México (de 2.7 veces a 2.5 más alto). En el agregado de los 13 países, la brecha descendió de 2.9 veces en 2007 a 2.8 veces en 2009. En el caso de las mujeres, la brecha se mantuvo en 2.8 veces y en varios países su variación fue más desfavorable para las mujeres que para los hombres. Entre 2009 y 2011 la diferencia entre el desempleo juvenil y el de los adultos en general volvió a aumentar en nueve países y disminuyó en cuatro.
Se puede afirmar, apuntan la Cepal y la OIT, que contrariamente a lo esperado en términos relativos, la crisis no impactó más a los jóvenes que a los adultos. Sin embargo, en la fase de recuperación económica los adultos mejoraron su situación más rápido que los jóvenes. En consecuencia, en siete de 13 países la brecha de desempleo entre ambos grupos fue más amplia en 2011 que en 2007, mientras se mantuvo igual en dos y se redujo en otros cuatro. En los casos en que la brecha se contrajo –México y Centroamérica– se confirma la noción de que la extensión del efecto de la crisis en el mercado laboral se refleja en una tendencia al descenso de la brecha, como se observó en la mayoría de los países entre 2007 y 2009.
Por otra parte, los citados organismos señalan que los mercados laborales de América Latina y el Caribe evolucionaron durante el primer semestre de 2012 en un contexto de lento crecimiento de la economía mundial y perspectivas poco favorables, a causa de la incertidumbre reinante en la zona del euro y las proyecciones de menor crecimiento de Estados Unidos y China. La actividad económica de la región se vio afectada, principalmente, por la vía del comercio, al enfriarse la demanda de los productos de exportación y por la caída, aunque moderada, de los términos de intercambio. También se redujeron los flujos provenientes de las remesas de los trabajadores emigrados a países europeos, sobre todo España.
Para la Cepal y la OIT
no existe una receta ni una solución únicas. Las respuestas políticas al problema del empleo juvenil dependerán de la naturaleza y la gravedad de la crisis en el contexto de cada país. Los gobiernos y los interlocutores sociales son los que están mejor situados para identificar opciones de políticas nacionales viables que pueden mejorar los resultados del empleo juvenil, una vez que la recuperación económica haya ganado impulso. Un mensaje importante para los responsables políticos de todos los países es que las opciones políticas deben formar parte de un marco integrado para promover la recuperación económica y del empleo.
Las rebanadas del pastel
Alegraos, que el ex inquilino de Los Pinos Ernesto Zedillo develó la neta del planeta:
con las tasas de crecimiento económico registradas en los últimos años, México no logrará converger con los países desarrollados ni atender los enormes rezagos sociales. Lástima que no lo descubrió durante su sexenio.
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