Y ni qué decir de modernizar el sector mediante la fibra óptica que ya se concesionó y puso en manos de empresas privadas.
3 agosto 2013
3 agosto 2013
Martín Esparza
En la antesala de la reforma energética, las cifras siguen apabullando a la Comisión Federal de Electricidad (CFE); la ahora risible y agonizante “Empresa de Clase Mundial”, va en caída libre y únicamente despistados como el Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Raúl Plascencia Villanueva, en su ignorancia supina, aún se atreven a enaltecerla al afirmar que “la energía eléctrica es un servicio público que brinda la CFE, con un alto nivel de eficiencia”.
Informes difundidos por la Bolsa Mexicana de Valores, y elaborados con reportes suministrados por la paraestatal, indican que en el primer semestre del año las pérdidas de CFE se dispararon en un 167,8 por ciento para alcanzar la cifra de 35 mil 519 millones de pesos, más del doble de las registradas en el mismo periodo del 2012 y que arrojaron números rojos por 13 mil 259 millones de pesos.
Lo señalado por los expertos del centro de finanzas más importante del país, le da con la puerta en las narices a Plascencia y a los altos funcionarios de la Comisión Federal como es el caso de su Director, Francisco Rojas Gutiérrez, y su abogado general, César Augusto Santiago, quienes en la legislatura pasada y como integrantes del grupo parlamentario del PRI, fueron los principales críticos en el Congreso de la pésima administración de CFE en el sexenio pasado.
En múltiples ocasiones, expresaron a los medios que el problema esencial de la CFE era la enorme corrupción que le aquejaba, y exigieron, cual “dúo dinámico” de Batman y Robin, que los funcionarios panistas hicieran justicia a los millones de usuarios afectados por las altas tarifas eléctricas y pusieran orden a los millonarios quebrantos en la entidad.
Ahora en su rol de nuevos funcionarios, ésta pareja de embusteros firman sin recatos éticos ni pudor alguno, acuerdos como el Convenio para Elevar y Democratizar la Productividad en el sector, nada menos que con la dirigencia charra del SUTERM; encabezada por Víctor Fuentes del Villar, el mismo al que senadores de la legislatura pasada le exigieron explicar la desaparición de más de 500 mil millones de pesos, producto del fondo de jubilación de miles de sus compañeros.
Según lo difundido por la propia CFE, el acuerdo busca una “plena eficiencia, que coadyuve al desarrollo económico de México y a abatir la pobreza”. Y entre sus rubros de acciones inmediatas establece propósitos tales como: definiciones, “con miras al futuro”, de la generación de energía eléctrica en el país; impulsar la modernización del sector con el uso eficiente de la fibra óptica; un sistema comercial más transparente y mayores esfuerzos en el tema de las pérdidas técnicas. Analizando este adulterado racimo de buenos deseos no podemos menos que preguntarnos cómo le van a hacer para cumplirlos si tomamos en cuenta que, por ejemplo, ya más del 50 por ciento de la generación de energía eléctrica en el país es controlada por empresas extranjeras.
Y ni qué decir de modernizar el sector mediante la fibra óptica que ya se concesionó y puso en manos de empresas privadas. ¿Será acaso que ahora CFE tendrá que pagar por utilizar la infraestructura que es, y debe ser, patrimonio de todos los mexicanos? Pero además, en relación a establecer un sistema de comercialización más tranparente, primero deberán explicar a millones de usuarios el por qué han aplicado el arbitrario cobro “estimado” de los consumos, cuando ni la Constitución ni la propia Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica lo contemplan. ¿Es así como piensan abatir la pobreza?
Tocante a las pérdidas de energía, ni que hablar pues como lo corroboró el IFAI en un informe solicitado a CFE y publicado por un medio de comunicación, las mismas también se han disparado luego de la extinción de Luz y Fuerza: de acuerdo a los datos entregados por la entidad al organismo de transparencia, mientras en 2008 el monto por pérdida de energía representó a LFC un monto de 697 millones, el mismo bajó en 2009 a 677; pero en contrasentido, en 2010, CFE lo elevó a mil 680 millones, para llevarlo, en 2011, a mil 808 millones, y dejarlo en 2012, en mil 949 millones. Un total de 5 mil 437 millones de pesos por robo de energía. ¿Es ésta la eficiencia a que se refieren de oídas Raúl Medina y los altos directivos de CFE?
Es por eso la exigencia de infinidad de sectores y organizaciones sociales para que el tema de la Reforma Energética sea llevado a un debate nacional del que surja a la luz pública la fábrica de quimeras oficiales en que se ha convertido la ilegítima Empresa de Clase Mundial.
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