diario cambio
Lo que ocurrió en Xicotepec de Juárez, entre los electricistas del SME y el candidato del PAN al Senado de la república, Javier Lozano Alarcón, era de esperarse.
Don Javier, fiel a su forma de ser, fue a provocar a los trabajadores que perdieron su empleo cuando él era secretario del Trabajo en el gobierno de Felipe Calderón, por el cierre de la compañía de Luz y Fuerza del Centro.
Es cierto que los trabajadores habían amenazado con “correrlo si llegaba a poner un pie en esa zona”. Si esa amenaza existía, si se sabía muy bien que podían cumplirla, no sólo los trabajadores sino habitantes de la región, ¿qué caso tenía que el candidato panista fuera a torearlos?
Debe estar informado que la decisión gubernamental de cerrar la empresa eléctrica perjudicó a cientos de trabajadores de la región norte del estado, donde hay instalaciones de Luz y Fuerza del Centro, que cientos de familias quedaron sin sustento al perder su empleo, la mayor parte de los jefes de hogar del municipio de Juan Galindo, que otros cientos de familias se vieron seriamente afectadas en sus pequeños y medianos negocios, al declinar sus ventas casi a cero, porque por la pérdida de sus empleos, los electricistas y sus familias dejaron de comprar. En fin, debe estar informado que él es señalado como culpable de la difícil situación económica por la que pasa una importante porción de la Sierra Norte del estado.
Su insistencia en ir a esa región, pese a las amenazas de los trabajadores, sólo se explica por el afán de protagonismo del exsecretario del Trabajo del gobierno federal, que en repetidas ocasiones dio muestras de ser un tipo rijoso y atrabancado, a quien en medios de comunicación se le dio el mote de “Porro del gobierno de Calderón”.
Y luego, llevar de compañía a gente con metralletas y otras armas reglamentarias del Ejército, aun cuando hayan estado en regla sus permisos, no sólo era peligroso sino irresponsable.
La política desata pasiones, y el señor candidato debe saberlo. Ir a un lugar lleno de gente que tal vez lo odia porque lo consideran culpable de la pérdida de sus empleos (fueron 40 mil en total los afectados), y además llevar gente armada, sólo se le puede ocurrir a un primerizo de la política.
Por fortuna, el secretario de Seguridad, Ardelio Vargas, estuvo muy pendiente para evitar cualquier problema. De lo contrario, bien pudo ocurrir un incidente grave del que tal vez el candidato estaría arrepintiéndose, aunque adquiriría fama nacional e internacional y la poca o mucha aceptación que haya logrado como aspirante a representar a Puebla en la Cámara Alta se hubiera desplomado, si es que no se desplomó ya, pues nadie quiere de representante de los poblanos a un adolescente al que le gusta jugar con fuego.
Morena fue el principal movilizador
El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), y no los partidos de izquierda PRD, PT y Movimiento Ciudadano, fue quien logró el buen acto de masas con el que Andrés Manuel López Obrador cerró su campaña en Puebla.
No pudieron ser los tres partidos mencionados, porque carecen de estructura y de organización, porque los pequeños grupos que los conforman andan peleados entre sí y porque el número de sus militantes no les da ni para llenar un salón de mediano tamaño.
Han perdido el tiempo miserablemente en pleitos sin importancia, que les han impedido desde siempre crear una estructura partidista, tener una organización capaz de movilizar a los numerosos simpatizantes de la izquierda, que generalmente no se manifiestan como tales porque saben de la falta solidez organizativa de los partidos que representan esa corriente.
Morena, en cambio, tiene estructura y organización, y a ella pertenecen muchas personas de la clase trabajadora, de la clase media baja y media media, profesionistas, maestros, etc. La gente de Morena tiene conciencia de su lucha, y sobre todo sigue a su líder Andrés Manuel.
El acto del sábado en el estadio de beisbol Hermanos Serdán fue, pues, un triunfo de Morena, la agrupación política creada por López Obrador y del propio candidato.
Tiene, hay que decirlo, más estructura, más organización y más conciencia social y política que los tres partidos del Movimiento Progresista juntos.
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