lunes, 20 de agosto de 2012

La Presidencia quiere pagar $10 mil millones por este avión. Ni aunque fuera de oro


Ni aunque fuera de oro. La decisión del gobierno mexicano de autorizar la compra de un nuevo avión presidencial a un costo de 757 millones de dólares rebasa cualquier parámetro empleado por las naciones más poderosas del planeta para este fin.
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Ni Francia, ni Rusia, ni Estados Unidos, ni Inglaterra, ni Brasil, ni Alemania, ni Japón, por ejemplo, han realizado en la historia un gasto de esta magnitud destinado a la adquisición de un transporte aéreo para sus jefes de Estado o de gobierno, de acuerdo con una revisión exhaustiva de la información oficial de esas naciones.
No sólo eso. En algunos casos de excepción, como el de Inglaterra, el primer ministro utiliza la aerolínea comercial de su país cuando realiza travesías interocéanicas, si bien lo hace en primera clase.
Quizá ni en los casos de lujo extremo y ostentación, como el del presidente ruso Vladimir Putin, cuyo avión desborda oro, seda y mármoles por todos los rincones de la nave, se ha realizado un gasto tan desproporcionado.
No es tampoco el caso del Air Force One estadunidense, construido en 1987, un verdadero centro de comando de guerra, con dispositivos tecnológicos tan avanzados que incluyen sistemas para no ser detectados por radar alguno y arquitectura antimisiles.
Considerada como una fortaleza aérea, con tres pisos, capacidad para abastecer de alimentos a 2 mil personas y características técnicas reservadas por seguridad nacional, el avión presidencial de EU tiene un costo estimado de unos 300 millones de dólares, menos de la mitad de lo que se pretende gastar el gobierno mexicano en su versión particular de búnker.

Una revisión pormenorizada de los aviones presidenciales de una decena de naciones (ver perfiles) echa también por tierra el argumento de que se requiere comprar el Boeing 787 para realizar viajes de largo alcance sin hacer escalas para reabastecer combustible.
Hay una decena de aviones que cumplen con esas características y cuestan menos de 10 veces de lo que se busca gastar, incluso cuando se trata de los mismos fabricantes (ver tabla).
Tampoco se han mencionado datos fundamentales: el avión presidencial que se quiere comprar no sólo sería el más caro del mundo sino que su costo, de casi 10 mil millones de pesos, contrasta con el valor de varios proyectos.
• Inversión  total en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional del DF: $8 mil 596 millones.
• Línea 12 del Metro: $21 mil millones.
• Proyecto Aeropuerto Texcoco-Atenco: $8 mil millones.
• Proyecto Aeropuerto en Tizayuca, Hidalgo: $10 mil millones en su primera etapa.
• Proyecto de la refinería de Tula: $35 mil millones.
En otras palabras, quieren pagar por un avión presidencial lo que cuesta  un aeropuerto.
Algunos aspectos del diseño interior del Boeing 787 Dreamliner como el
que busca comprar la Presidencia
El 30 de julio pasado se confirmó que el gobierno federal autorizó la compra de una aeronave Boeing 787 Dreamliner que será destinada para el transporte del Presidente de la República y será entregada en el año 2015.
A principios de ese mes, reveló el diario Reforma, la Secretaría de la Defensa Nacional envió un proyecto y programa de inversión a la Secretaría de Hacienda.
En él se argumenta que el propósito de la compra es “tener una aeronave segura y eficiente”, con tecnología de punta y
telefonía satelital, y cuyo uso contribuirá “a estrechar lazos de amistad y cooperación internacional”.
Y se asegura, según documentó ese diario, que el monto total de inversión es de 8 mil 669 millones de pesos más un costo estimado de mantenimiento de mil 170 millones, equivalentes a 757 millones de dólares.
Según el proyecto presentado, el arrendamiento financiero para realizar la compra prevé pagos anuales durante 25 años, para un total de 9 mil 840 millones de pesos.
Como se hace en diferentes naciones, la Sedena echó mano del argumento de los viajes interoceánicos para justificar su planteamiento: se busca, dijo, adquirir “una aeronave nueva de transporte estratégico con capacidad de realizar vuelos de largo alcance (trasatlánticos) que cumple con los requerimientos y regulaciones de la normativa aeronáutica nacional e internacional”.
Y aunque inicialmente se había comentado que la decisión de la compra del nuevo avión sería tomada por el próximo Presidente, finalmente el actual gobierno realizó la operación.
“Se trata de una decisión de Estado”, publicó el diario El Universal, citando a fuentes no identificadas del gobierno federal, al aludir que la nueva aeronave ya no será empleada por el actual presidente Felipe Calderón.
Añadieron que la “decisión se tomó después de una amplia reflexión acerca de los actuales aviones que transportan al Ejecutivo federal, no sólo por lo que toca a su antigüedad sino a la tecnología de que disponen las aeronaves en las que viaja”.
Las fuentes se permitieron comentar con cierto dejo de satisfacción: “Se trata de un nuevo modelo de la línea Boeing 787, del que hasta la fecha existe sólo un prototipo, por lo que es un aparato único en el mundo y el gobierno mexicano se convertirá en su primer cliente”.
Días después, Alejandro Poiré, secretario de Gobernación, confirmó la intención de compra. Argumentó que la compra de un nuevo avión presidencial tiene antes que todo “características de seguridad nacional”, y que si bien el proceso de adquisición se realizará en la próxima administración, el trabajo preparatorio “se ha realizado con absoluta transparencia y claridad”.
Explicó que la evaluación para la compra del Boeing 787 “se ha hecho conforme al presupuesto de egresos autorizado”. “Se trata de una adquisición, por obvias razones, vinculada a la seguridad nacional de nuestro país”.
Se prevé que la aeronave sea empleada por el presidente mexicano cuando éste realice vuelos transatlánticos, pues su alcance de 15 mil 750 kilómetros le permitiría recorrer rutas como Nueva York-Atenas o Tokyo-Los Angeles. Eso si nada se interpone en sus planes.

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Estados Unidos
Modelo: Boeing 747
Costo: 300 millones de dólares
Presidente: Barack Obama

Es, tal vez, el avión más famoso del mundo. También el más protegido y seguro. Ha sido motivo de incontables películas de Hollywood. Incluso una llevó su nombre y fue protagonizada por Harrison Ford. Pero quizá ninguna de las tramas colocó al Air Force One, el avión del presidente de Estados Unidos, en una situación de tan alto riesgo como el 11 de septiembre de 2001.
Tras el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, el entonces presidente George W. Bush estuvo volando en su interior durante todo el día a fin de no ser localizado y evitar así un ataque. La emergencia obligó a que el avión no emitiera ningún tipo de comunicación para no ser localizado.
El gobierno estadunidense determinó que el avión presidencial aterrizara en el Fuerte Andrews, desde donde Bush dirigió un mensaje a la nación. Durante este tiempo, los Air Force One –en realidad, son dos aviones idénticos a los que se les da esa clave cuando el Presidente se encuentra a bordo– se mantuvieron encendidos hasta que el ex gobernador de Texas abordó uno de ellos sin rumbo específico y se mantuvo sobrevolando en el espacio aéreo estadunidense, que había sido cerrado a todo vuelo comercial por razones de seguridad nacional.
Cuando Estados Unidos determinó invadir Irak en 2003 se puso en marcha una operación secreta para permitir que Bush visitara a los marines estadunidenses asignados a ese país. Se utilizaron los dos aviones presidenciales a fin de encubrir el verdadero destino del mandatario.
El actual presidente Barack Obama tiene a su disposición dos aviones identificados con los números 28000 y 29000. Se trata de dos Boeing 747, uno de los aviones más potentes que hayan existido. Este modelo tiene la capacidad de volar de forma continua y sin reabastecerse de combustible hasta 12 mil 600 kilómetros, es decir, un tercio del diámetro de la tierra.
A diferencia de los tradicionales Boeing 747, los aviones presidenciales de EU han sido modificados en su interior para facilitar las tareas del mandatario y su equipo. Tienen capacidad para 70 pasajeros y es el único avión que es operado por cuatro tripulantes: piloto, copiloto, jefe de mando y jefe de radares. Aunque mantiene los dos pisos que identifican a este tipo de modelo, la parte baja ha sido modificada para llevar abastecimiento de comida suficiente para alimentar hasta 2 mil personas.
Sus instalaciones requieren más de 340 kilómetros de cableado, el doble de lo que necesita un 747 normal. Los cables de su sistema eléctrico están protegidos contra el pulso electromagnético que se produce en caso de un ataque nuclear y cuentan con sistemas antimisiles y dispositivos que le permiten no ser detectados por radares.
A bordo del Air Force One existen instalaciones médicas, incluyendo una mesa de operaciones funcional y suministros médicos de emergencia. En cada vuelo un médico se encuentra a bordo.
Esa aeronave es un mundo en sí misma: existen cuartos separados para los invitados, personal superior, personal del Servicio Secreto y medios de comunicación; la suite del presidente incluye un vestidor privado, gimnasio, baño, duchas y una oficina privada.
En su zona de oficinas se tiene acceso a sistemas de telecomunicación, incluyendo 85 teléfonos y 19 televisores.
Cuenta además con sala de conferencias en tiempo real, internet y televisión satelital y comunicaciones por radio. Cada vez que el Air Force One aparece, lo hace siempre con el lado izquierdo de la nave mirando hacia los espectadores como una medida de seguridad para mantener el lado presidencial del avión fuera del alcance de la vista. La mayoría de sus características técnicas son consideradas un secreto de Estado por cuestiones de seguridad nacional.

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Venezuela
Avión: Airbus A-319C
Costo: 65 millones de dólares
Presidente: Hugo Chávez

¿Quién puede comprender a cabalidad la naturaleza humana? ¿Quién puede tener cabeza para comprar un nuevo avión presidencial apenas unos meses después de haber resistido durante cuatro días un golpe de Estado? Ese alguien se llama Hugo Chávez y es el presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
A partir del 11 de abril de 2002, y durante los tres días siguientes, un golpe de Estado orquestado por militares opositores lo colocó en riesgo de perder el poder y la vida, pero eso no fue obstáculo para que en junio de ese año Chávez ya hiciese los preparativos para adquirir un nuevo avión.
Cuando llegó al poder por primera vez, en 1999, Chávez tenía a su servicio una aeronave conocida entre los venezolanos como El Camastrón, un viejo Boeing 737-200 que sumaba más de dos décadas de servicio. Ya acusaba los múltiples viajes y se quedaba corto a la hora de cubrir largas distancias.
Así que Chávez escogió un nuevo avión: un imponente Airbus A-319C, de 12 metros de altura, cuyo precio rondó los 65 millones de dólares. La aeronave se convirtió de inmediato en una imagen para identificar a su gobierno. El exterior blanco es cruzado por una franja tricolor con la cromática de la bandera venezolana y un conjunto de ochos estrellas, mientras que en la cola se puede apreciar el Escudo Nacional y el número 0001.
Y fiel al estilo del presidente, el avión tampoco ha estado exento de polémicas. En su interior, Chávez concedió una entrevista para ahondar en su faceta íntima, humana. En 2010, el avión sirvió para transportar al premiado actor Sean Penn, quien ha manifestado públicamente su apoyo al líder venezolano. La simpatía del actor por Hugo Chávez ha llegado a tal grado que planteó que los periodistas que lo califiquen de “dictador” deberían ir a prisión, pues ha sido elegido por vía democrática.
En el interior del avión se pueden apreciar muros tapizados de tela beige. Los muebles son de maderas finas y cada una de las manijas de las puertas y el baño, los apagadores y las chapas, están fabricadas en metal dorado. Las fotografías que han circulado por internet muestran un avión con asientos forrados en piel color beige.
En una de las esquinas de la oficina privada presidencial se ubica un sofá que sólo puede ser ocupado por Hugo Chávez y en cuyo respaldo aparece una leyenda que no deja lugar a dudas: “Presidente de la República” y el escudo del país justo en la cabecera.
En la misma sala se exhibe un cuadro de una figura emblemática para el presidente venezolano: Simón Bolívar, cuya historia ha inspirado tanto a Chávez que éste ha denominado su proyecto político como la “Revolución Bolivariana” o lo que también llama socialismo del siglo XXI. Y en el propósito de que su proyecto concite el máximo apoyo posible en el mundo Chávez se ha embarcado literalmente en una cruzada que lo ha llevado por casi cualquier punto del planeta.
En 2000 visitó el Irak de Sadamm Hussein. Cinco años después fue huésped oficial en Irán. Un poco más lejos llegó en 2006 y 2007: a Bielorrusia. A un punto igual de “exótico” para un sudamericano arribó en 2007: Zimbabwe. Ese mismo año también acudió a la ONU y Madrid…
El diario venezolano Versión Final  ha contabilizado el tiempo que Chávez ha dedicado a esas tareas: en sus nueve años de gobierno ha viajado el equivalente a un año tres meses. Sólo en 2001 visitó 31 países en un lapso de 69 días. “Le ha dado la vuelta al mundo dos veces y ha visitado 227 países en nueva años”. Uf. Suena a demasiado.
Pero él ya lo ha advertido. Ni el cáncer lo va parar. “Puedo ir al infierno a hablar con el diablo si lo deseo”. Para eso tiene a su particular Rocinante del siglo XXI: su fiel Airbus que, pese a todo, ya resiente los efectos de la batalla: sus críticos juran que le han tenido que cambiar motores en dos ocasiones. Eso dicen.

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Rusia
Avión: Ilyushin Il-96-300PU
Costo aproximado: 200 millones de dólares
Presidente: Vladimir Putin

Apenas el 7 de mayo de 2012, Vladimir Putin experimentó lo que ningún otro mortal: cruzó por tercera ocasión el magnifico portón Spassky para acceder al Palacio del Kremlin. Poco después atravesó, al son de las campanadas y las trompetas, las salas Georgievsky y Alexandrovsky hasta llegar a la sala principal de ceremonias para jurar como presidente de Rusia por tercera ocasión.
A sus 59 años, Putin, ese sagaz hombre del servicio de inteligencia de la antigua Rusia comunista, es, quizá, el segundo hombre más poderoso del planeta. Y es, también, heredero de la tradición de lujo y opulencia sin límites que caracterizó al régimen de los zares.
El presidente ruso no oculta su gusto por la abundancia y la ostentación, y por ello es fácil verlo piloteando un avión de combate, posando orgullosamente junto a un imponente oso poco después de haberle dado muerte, buceando o piloteando un submarino.
La jactancia corre por su sangre rusa y nada la refleja mejor que esa mirada repleta de arrogancia y frialdad. Tanto que es uno, quizá el único, de los jefes de Estado de quienes se puede hallar en internet fotografías sin camisa y mostrando la musculatura que conserva.
Porque Vladimir Putin es, ante todo, un hombre de acción y poder. Por ello no es raro que el avión presidencial sea un reflejo de su personalidad. Así que, fiel a sí mismo, ordenó fabricar en 2001 una aeronave que despertaría la envidia de Nicolás II, el último zar. O su aprobación. El avión Ilyushin Il-96-300PU es un museo viviente de la tradición de arte ruso y un objeto de magnificencia.
Los interiores del avión presidencial de Rusia: oro, seda y mármol
Todo en él brilla. Todo en su interior, hasta los más minúsculos detalles, son de oro puro. Dorado, como la piel y el cabello del mismo Putin.
Quien haya tenido alguna vez la oportunidad de pisar el avión, o al menos la posibilidad de ver las imágenes de su interior, habrá quedado deslumbrado ante tal opulencia: las manijas y detalles del avión son de oro macizo, el lavabo, la ducha y hasta el bidé tienen detalles de este metal, y los pisos colocados son de mármol blanco y verde, que brilla como jade.
El diseño de los interiores del Ilyushin estuvo a cargo de la compañía británica Diamontine Aircraft Furnishings, con sede en Bristol, y el propio Putin supervisó y seleccionó personalmente cada detalle, cada pieza y mueble, que se fue colocando con esmero y cuidado para crear la obra de arte que lo transportaría por el mundo. El resultado final fue, luego de un año de trabajo, un gasto aproximado de 15 milones de dólares.
Pero no todo el lujo proviene del oro y Putin lo sabía. Por ello seleccionó otros materiales y objetos propios de la realeza y de hombres como él. Las paredes del avión fueron cubiertas con seda blanca rusa y, contrario a lo que se pensaría de un ex jefe de la policía política soviética, la KGB, ordenó colocar imágenes religiosas, como un tapiz que representa a un santo ortodoxo, colocado cerca de una caja de oro que contiene una lujosa edición de una Biblia. Nada de la hoz y el martillo comunistas a los que un tiempo rindieron honor los rusos. Las imágenes cambiaron, pero el orgullo y la opulencia persisten.
Los detalles no paran ahí. Cada uno de los asientos fue forrado en piel importada de Italia, proveída por la misma empresa encargada de tapizar los sillones de los Aston Martin, ese emporio de exclusivos automóviles de colección. En las paredes de la misma sala se aprecia un reloj de oro sólido que exhibe figuras religiosas acabadas con extremo detalle. En el área de cocina pueden apreciarse vasos de cristal de una geometría complicadísima, rematados con filos de oro, y juegos de platos en el mismo tono de verde jade.
El interior del avión es completado por un estudio privado y un dormitorio, así como una enorme sala de juntas en cuyo centro domina una imponente mesa y nueve sillas tapizadas en piel de color verde, en un tono que hace juego con el mármol. Ah, hasta las hebillas de los cinturones de seguridad son doradas.
Pero no sólo el interior del avión refleja poderío. El diseño y la maquinaria del Ilyushin representan también un orgullo nacional. Es el equivalente ruso del Boeing 747 en el que vuela el presidente de Estados Unidos, aunque a un costo de aproximadamente la mitad de lo que cuesta aquél:
Mientras los interiores fueron diseñados en Inglaterra, la construcción del coloso aéreo se realizó en la planta rusa Voronezh, y es operado directamente por Rossya Airlines OJSC, una de las dos aerolíneas nacionales rusas. Tan poderosa es la aeronave que puede recorrer 10 mil 500 kilómetros sin recargar combustible y puede viajar de un tirón desde Moscú hasta Washington.
Pero así como el Ilyushin es una pieza de lujo y arte, ello no significa que estuviera al alcance y conocimiento de los rusos. Era un secreto de élite. Y al menos así fue hasta febrero de 2007, cuando las imágenes de su interior se publicaron en internet, despertando la indignación de la población y el asombro del resto del mundo ante la opulencia de Putin.
Que se conociera públicamente uno de sus tesoros, despertó la furia del mandatario y obligó a que se investigara al bloguero que colgó las fotos en la web por considerar que la seguridad del mandatario había sido vulnerada. El escándalo se desató un año antes de que terminara el segundo periodo de Putin al frente del gobierno de Rusia. Y poco le habrá afectado, pues la población eligió a Dmitri Medvédev, hombre de todas las confianzas del presidente saliente.
En reciprocidad, Medvédev le garantizó las condiciones políticas y sociales a Putin para que en 2012 accediera por tercera vez al Kremlin y, con ello, al avión que imaginó para sí mismo y sus momentos más íntimos.

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Brasil
Avión: Airbus A319
Costo: 57 millones de dólares
Presidenta: Lula da Silva / Dilma Rousseff

La dura ex guerrillera brasileña que lleva por nombre Dilma Rousseff y se desempeña como presidenta de su país ya ha
demostrado desde que asumió el poder en enero de 2011 que no es ningún títere de su amigo y antecesor en el cargo. No en balde en la década de los setentas la llamaron la “Juana de Arco de la guerrilla”.
Lo que no ha podido hacer hasta el momento es borrar por completo el nombre de Luis Inazio Lula da Silva, no al menos de los hangares presidenciales, en donde la huella del carismático ex obrero metalúrgico permanece inalterable. Porque ahí sigue reinando, con sus 34 metros de largo y 40 toneladas de peso, el Airbus A319 CJ mejor conocido popularmente como “Aero Lula”, el avión presidencial adquirido en 2005 a un precio de 57 millones de dólares, pagaderos en cuatro cuotas.
Aunque en la campaña que ganó con 56 por ciento de los votos, Rousseff planteó dar continuidad a las populares políticas del dos veces ex presidente Lula, poco a poco ha hecho ajustes para imprimirle su propio estilo al gobierno, como quien va acomodando el respaldo y la posición del automóvil que alguien acaba de manejar.
Y entre esos ajustes está el jubilar el “Aero Lula” y hacerse de un nuevo avión que se identifique con ella, aunque la nave presidencial, originalmente bautizada con el nombre del primer aviador brasileño, Santos Dumont, aún está en muy buenas condiciones.
Cuando llegó al poder en 2003, Lula tenía a su servicio un Boeing-707 con capacidad para transportar hasta 90 personas. Pero el avión ya tenía más de 45 años de uso y se cuenta que, entre otros tantos desperfectos, generaba tal ruido que en algunos aeropuertos internacionales le prohibieron aterrizar. Tan mal era el estado de la nave que se le conocía como el sucato, un término que se traduciría como “chatarrón”.
Así que, con las inherentes críticas, el “Aero Lula” salió reluciente de los hangares de Airbus ya con las adecuaciones solicitadas por el gobierno brasileño. Se le construyó, por ejemplo, una suite matrimonial para el presidente, con un baño y ducha incluidos.
No son, por supuesto, las únicas facilidades especiales: cuenta también con una sala de reuniones y un área para comida. Los asientos son de piel y se transforman en una especie de camas para dormir.
La cabina se dividió en tres secciones separadas. La primera corresponde al área presidencial, configurada con una oficina privada, una suite, una sala de reuniones y una oficina de seguridad. La sección central está integrada con asientos de primera clase, para autoridades de alto rango.
La tercera ofrece 20 asientos tipo clase de negocios, destinados a periodistas y otros pasajeros. El avión también está equipado con una Unidad Médica de Cuidados Intensivos.
Aunque siempre habrá argumentos para buscar estrenar un avión más grande, por ejemplo los viajes largos, lo cierto es que el “Aereo Lula” puede realizar trayectos de 8 mil 500 kilómetros sin reabastecer combustible. Y habrá que decir que Lula supo darle un uso intenso, quizá hasta excesivo, para colocar a Brasil en la boca de todo el mundo y como una de las potencias económicas del futuro.
El diario argentino La Nación  documentó que de sus ocho años de mandato, pasó 447 días en un total de 84 países: “Lula no insertó al Brasil en el mundo de la noche a la mañana sin esfuerzos: esto es fruto de una auténtica maratón de viajes a lo largo y ancho del mundo”.
La prensa extranjera atinó al señalar que potenciar a Brasil en el mapa geopolítico y económico del planeta sería uno de los principales retos de Dilma Roussef.
Y quizá esa es una de las razones por las que la presidenta de Brasil anda a la caza de un avión a la altura de sus metas. Por eso analiza jubilar al “Aero Lula”, a pesar de que éste sólo tiene ocho años de uso.
El diario brasileño Folha de Sao Paulo ha documentado que Rousseff busca comprar un avión que tenga la capacidad de efectuar trayectos extralargos. Le molestan sobremanera las escalas. Por ejemplo, hace unos meses viajó a la India para participar en la cumbre de potencias emergentes y para llegar allá debió realizar dos paradas técnicas.
Así que la presidenta brasileña, hija de un comunista búlgaro emigrado, ha puesto los ojos en un Boeing 747, el mismo modelo del Air Force One estadunidense, uno de los aviones de mayor tamaño y potencia del mundo.
Tampoco se descarta que el modelo elegido sea un Airbus A330-MRTT, equipado con un área VIP presidencial, con autonomía de hasta 12 mil 500 kilómetros, 50 por ciento más que el “Aero Lula”, lo que la obliga a realizar escalas de reabastecimiento en casos de viajes más largos. Dilma está coqueteando con Boeing porque se encuentra de por medio un contrato de 5 mil millones de dólares para comprar aviones caza, pero eso aún está en veremos.
Lo que sí es un hecho es  que, aunque todavía no es oficial la compra de la nueva nave presidencial ni se conoce cuál podría ser su costo, el avión heredado por Lula continúa operando y sumando incidentes técnicos que tienen descontenta a Rousseff.
En junio pasado el avión presidencial sufrió un problema de presurización en la cabina durante un vuelo de Río de Janeiro a Brasilia. Si bien la situación no pasó a mayores, la aeronave debió regresar a Río para que Dilma cambiara a un avión más pequeño.
Y un dato adicional publicado por el diario brasileño O Globo no es menor: Rousseff tiene un “miedo mortal” a las turbulencias y a menudo instruye a sus pilotos a que alteren la ruta de vuelo para esquivar tormentas eléctricas.
Pronto sabremos si ese miedo y el creciente poder político y económico de Brasil hacen una extraña mezcla y logran que Dilma, la vieja Juana de Arco guerrillera, sucumba al inigualable placer de estrenar un avión presidencial.

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Bolivia
Avión: Dassault Falcon 900 EX EASY
Costo total: 38.7 millones de dólares
Presidente: Evo Morales

La noche andina cayó ese 2 de julio de 2010 sobre el aeropuerto más cercano al cielo, el de El Alto, ubicado a 4 mil 100 metros sobre el nivel del mar. Y ahí, Evo Morales, el presidente de Bolivia, conjuró a los malos espíritus. Auxiliado por sacerdotes amayras del Consejo Nacional de Amautas y Guías Espirituales de los Andes, rociaron abluciones con inciensos y otros elementos y realizaron una ofrenda de fuego a la flamante aeronave presidencial: un Dassault Falcon 900 EX Easy.
Las imágenes muestran a los sacerdotes y al propio Evo, sonrientes y cómodos, dentro de uno de los jets corporativos más eficientes del mundo aeronáutico, bendiciendo al avión, originalmente fabricado para los ejecutivos del equipo de futbol Manchester United.
Los jerarcas del equipo inglés, pese a haber adelantado un pago por la nave, se desanimaron, explicó en esos días el ministro de Hacienda boliviano al anunciar la compra.
“No se encuentra un avión así nomás. Hemos tenido suerte porque es urgente y necesaria la compra de un avión presidencial y hay uno de la línea Falcon, que es como un Mercedes Benz o un BMW en automóvil”, explicó Luis Arce Catacora en mayo de 2010.
La compra, aunque objetada por los opositores a Evo, no era alocada ni apresurada: su viejo avión Sabreliner 1975 ya le había dado varios sustos y había colocado en riesgo su seguridad.
En un país con apremios económicos como Bolivia, la adquisición levantó polémica por el relativamente alto costo: 34.7 millones de dólares, a lo que se sumaron 4 millones de dólares empleados para incorporar 103 dispositivos de seguridad aconsejados por la Fuerza Aérea Boliviana.
La aeronave, que tiene una garantía de hasta 10 años, es “una verdadera oficina volante”, pues ha sido dotada, entre otras herramientas, de comunicación satelital, rastreo de riesgos meteorológicos y mecanismos de seguridad para operar en circunstancias extremas.
El Falcon, en el que se puede dar cabida a una quincena de personas cómodamente instaladas en su interior, ha sido construido con aleaciones de aluminio de alta resistencia y cumple con requisitos de tolerancia a la fatiga y daño de material.
Dotada de tres motores a turbina, la nave es capaz de realizar vuelos ininterrumpidos durante 10 horas, lo que implica trayectos interoceánicos, y ha sido acondicionada con un sistema de emergencia de generación eléctrica que, en caso de colapso eventual del sistema primario, suministra energía durante 73 minutos de vuelo.
Los sistemas de seguridad del Falcon 900, que incluyen un mecanismo de protección contra hielo y lluvia intensas, le permiten aterrizar en escenarios cubiertos por neblina densa y en caso de incendio, incorpora cinco extintores inclusive en el compartimiento de equipaje.
Toda esa parafernalia, aunque indispensable en un avión presidencial, no fue nada comparada con el alivio sentido por Evo, quien ya no tendría que guardarse la pena de pedir aviones prestados o “aventones” a gobiernos amigos.
“Hemos molestado bastante, no sólo a Venezuela, (sino también) a Cuba, Brasil, Argentina, que nos prestaron aviones para poder viajar al exterior”, dijo, más ligero.
Así que esa noche andina del 2 de julio de 2010 Evo Morales respìró aliviado. Ya tenía avión y estaba protegido contra las malas vibras, pero no había reparado en algo crucial: necesitaba pilotos capacitados para volar ese jet.
Y no los tenía.

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Francia
Avión: Airbus A330
Costo: 255 millones de dólares
Presidente: Nicolás Sarkozy

Ni el encanto de su esposa Carla Bruni aligeró la reprimenda popular contra quien era un jactancioso y derrochador presidente francés, con una debilidad por los gastos suntuarios y las ceremonias fastuosas.
Nicolás Sarkozy no las tenía consigo, por supuesto, cuando en ese noviembre de 2010 se concedió un lujo adicional: estrenó su nuevo avión presidencial, un Airbus A330-200, en un vuelo directo de París a Seúl, Corea, para participar en la cumbre del G-20.
Bautizado por él mismo como “Air Sarko One” en alusión al “Air Force One” de los presidentes de Estados Unidos, el avión de Sarkozy es una joya VIP: cuenta con una habitación presidencial, que incluye un baño con regadera, un armario ropero y una cama doble; una sala de conferencias para 12 personas, una sala médica adaptada con una pequeña mesa de operaciones, un salón de comunicaciones, una cabina de acompañantes para colaboradores o periodistas, y un último espacio dedicado a los guardaespaldas y miembros de la tripulación.
El avión dispone de 60 plazas especialmente diseñadas para poder desplegarse y dormir, convirtiendo los asientos en camas.
Para estar a punto, el nuevo avión presidencial requirió de dos años de adaptaciones técnicas exteriores e interiores, así como del sistema de telecomunicaciones y de seguridad, al que se incorporó un sistema antimisiles.
Decorado en cuero y maderas finas por sugerencia de Carla Bruni, el antiguo A330 se transformó, debido a su “excesivo lujo y comodidad”, en un símbolo del “bling-bling” (moda de lujo en la cultura hip hop) presidencial, según lo calificó el diario Le Monde.
La nave no resultó barata a pesar de que no era exactamente nueva, sino de segunda mano, y fue comprada en oferta a la pequeña aerolínea regional Air Caraibes, que operaba en el hoy avión presidencial vuelos de bajo costo a Martinica y Guadalupe.
Como es habitual en muchos palacios y residencias presidenciales, en el Elíseo se esgrimieron razones de tipo práctico para comprarlo: el avión existente no era funcional, pues sólo tenía autonomía de vuelo de 7 mil 300 kilómetros, lo que complicaba los trayectos más largos.
Con el avión adquirido esos impedimentos quedaron atrás. Sarkozy pudo surcar el planeta sin escalas con el A-330 que acondicionó gracias a que cuenta con una autonomía de 12 mil kilómetros o 14 horas de vuelo sin necesidad de reponer combustible.
El hecho de que Sarkozy hubiese estado enfrascado en echar andar unas polémicas reformas para reducir el gasto público y alargar la edad de jubilación de 60 a 62 años no ayudó mucho a atemperar las críticas por la adquisición del avión, al que en total se destinaron 255 millones de dólares, pero la oposición exageró: se llegó a decir que el Airbus A330 contaba con un horno para pizza, una cafetera de 34 mil dólares y hasta un dormitorio con una lujosa tina de baño. Lo del horno y lo de la tina era mentira. Lo de la cafetera no.


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