Antonio Gershenson
El
pasado gobierno derechista (o, si queremos, de la derecha del PAN)
había dicho que quería refinerías de trasnacionales. Perdió. El Congreso
se pronunció por una refinería de Pemex. Se asignó por el gobierno un
presupuesto, pero nunca se destinó, en los hechos, a la refinería de
Pemex. Se hizo sólo un gran circo con gobiernos de varios estados y
otras simulaciones, pero ni siquiera una barda completa se levantó para
la refinería.
Varios
del gobierno, de los funcionarios de Pemex y trasnacionales, vieron que
era más negocio seguir importando a lo loco más gasolina y otros
derivados del petróleo.
En
mi artículo “La caída de nuestro petróleo”, del pasado 28 de julio, se
escribió que “sí hay peligro de entregas, pero también hemos visto que
no se hace nada, como en la ‘nueva’ refinería, y eso también se puede
repetir”. Y luego se insiste en “el peligro de que no se haga nada. Para
eso sí han mostrado ser muy eficientes”.
Ahora
se dice lo mismo, por el funcionario respectivo del gobierno ¿priísta o
panista?, al expresar que ahora “es cuestionable” invertir en refinar
crudo.
Y lo apoya ¡hasta la Shell!, que en otros países tiene refinerías, pero aquí tiene los negociazos de vendernos gasolina y demás.
Recordamos
partes de un libro de Pemex, de ingenieros calificados, atendiendo a
una solicitud de la Cámara de Diputados el año anterior, Estudio de
viabilidad para construir una nueva refinería en México, entregada al
Senado el 30 de julio de 2008.
En
la parte 2.2.8. Determinación para el tamaño de una nueva refinería,
“se observa que el valor se incrementa hasta 600 mbd (miles de barriles
diarios) en dos trenes de refinación”. Este es el tamaño doble del que
propuso el gobierno, de 300 mbd.
En
el libro se propone que con este tamaño se produzca gasolina, pero
también diesel, así como que se use en México. Se reducen de manera muy
importante la importación de éstos y otros combustibles.
De
haberse seguido en esto al libro de Pemex mencionado, al terminarse la
obra se reduciría de manera muy importante la importación de estos
combustibles. Y las palabras del presidente de Pemex mencionadas al
principio quedarían ampliamente rebasadas. Claro, hubieran perdido su
negociazo de importación los funcionarios de aquí y las transnacionales
vendedores de gasolina y demás.
Con
los mencionados datos, la producción de gasolina sería de 142 mbd con
300 de procesamiento de crudo, y de 284 mbd con la producción de
gasolina de 600. Si comparamos esa producción de 284 mbd con los 342 mbd
de gasolina que compramos al exterior en el primer semestre de este
año, los importados quedarían reducidos a 58 mbd, o sea a una quinta
parte de las actuales importaciones, con la obra recomendada por los
ingenieros de Pemex en el libro. En el caso del diesel, de plano
dejaríamos de importarlo.
Estos
datos dejan en el suelo los discursos de los funcionarios. Pobrecitos,
se quedarían con su negociazo de importar gasolina y demás reducido al
mínimo.
Si
la demanda de gasolina y otros combustibles sigue aumentando, se puede
hacer necesaria por lo menos otra refinería. Una posibilidad es
aprovechar el terreno disponible en un complejo petroquímico y tener un
aprovechamiento mutuo de las dos áreas. No se haría necesario buscar
otro terreno.
Es
muy importante que las inversiones de Pemex sean propias y no
extranjeras como se desprende de los discursos oficiales. Nuestro
desarrollo industrial, como en los ejemplos citados, no sólo es muy
importante para el desarrollo general. Además, se impulsan el empleo y
el mercado interno.
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