jueves, 12 de diciembre de 2013

El partido bipolar

El PRI parece sufrir de trastorno de doble personalidad. Las reformas que ahora promueve y aprueban, son muy similares a las que rechazaron en 2008 cuando gobernaba el PAN.
 


En los ciudadanos cambiar radicalmente de discurso en un corto periodo de tiempo puede ser tomado como una incongruencia o una mentira. 
Entre los priistas esto solo es adecuarse a los nuevos tiempos. Pareciera que padecen de trastorno de doble personalidad.

En el 2008, cuando Felipe Calderón presentó una iniciativa que contemplaba una reforma constitucional en materia energética, los dirigentes del tricolor se opusieron radicalmente.
No lo permitirían nunca, decían en foros y entrevistas.
Ahora no solo cambiaron totalmente su discurso. Modificaron los estatutos del partido para poder entrar sin ambages a una reforma constitucional justo como la que apenas hace cinco años vituperaban.
El partido que enarbola la revolución y, como principios, los intereses del pueblo, es camaleónico. Sus líderes también. 
Hoy el coordinador de los senadores Emilio Gamboa Patrón se ufana de haber logrado una reforma constitucional que será el motor para el desarrollo del País.
Hace cinco años le advertía –él como coordinador de los diputados– al gobierno de Calderón  y a la entonces Secretaria de Energía, Georgina Kessel, que nada de cambios a la Carta Magna.
Lo mismo Manlio Fabio Beltrones, líder en  el Palacio Legislativo de San Lázaro. Hoy en la reforma constitucional el político sonorense ve la única salida a los problemas del sector energético de México.
En el 2008 Televisa le concedía ocho minutos al aire en el noticiero nocturno para ser tajante: nada de cambios a la Constitución y nada de inversión privada en Petróleos Mexicanos.
El liderazgo de ambos priistas, con larga experiencia en el sistema político mexicano, hoy se ha visto reducido al tener que regresar a la liturgia con la que funciona su partido en el poder.
Se han tenido que plegar –igual que todos en el partido– a las propuestas de Enrique Peña Nieto, aún y cuando sean contrarias a las posturas que defendían con vehemencia hace apenas dos legislaturas.
De la misma forma en que los médicos no pueden encontrar las causas de la esquizofrenia, igual no se puede entender o dar respuesta al cambio radical de un priismo que se niega a mutar.
En enero de 2008 los priistas se reunieron en Cancún, Quintana Roo, para deliberar sobre la agenda legislativa que iniciaría en febrero. Comandados por Emilio Gamboa Patrón, los legisladores tendrían una presentación sobre el sector energético y la daría José Ascensión Orihuela.
Los dos están hoy nuevamente juntos en el Senado. En esa ocasión los priistas fijaron la postura de que no habría reforma constitucional. Tan sólo un par de meses después –el 26 de marzo del 2008– Gamboa reiteró la dureza que el PRI tenía entonces.
“No cambio constitucional; lo dijimos los diputados hace mes y medio. Segundo, no contratos de riesgo; y tercero, no privatización en Pemex”.
El PAN estaba en el gobierno y en esa época en los pasillos de San Lázaro los perredistas aseguraban que tarde o temprano habría un acuerdo entre panistas y priistas para sacar el proyecto presentado por Calderón.
Emilio Gamboa Patrón pintaba la raya que hoy quedó totalmente desdibujada.
“Lo hemos venido repitiendo, y el PRD cae en el juego de que vamos a caer en el acuerdo con Acción Nacional de privatizar Pemex. No está de ninguna manera que se pueda privatizar Pemex”.
La iniciativa recién aprobada por el Senado mexicano en un acuerdo entre Acción Nacional y el Revolucionario Institucional permite la inversión extranjera mediante contratos de riesgo y licencias para operar en todos los procesos.
Manlio Fabio Beltrones como senador, en un par de ocasiones negó públicamente que apoyaría una reforma constitucional. 
No permitirían cambiar una coma al artículo 27 constitucional. Se harían reformas a la ley secundaria y con eso sería suficiente para poner a la paraestatal a la vanguardia.
Entonces la empresa Televisa le dio la oportunidad al hoy coordinador de los priistas en la Cámara de Diputados de decirle a todo el país. En un largo monólogo –el periodista Alejandro Cacho apenas preguntaba– advirtió que nada de hacerle cambios a la Constitución.
El mismo método se hizo en el noticiero matutino con Carlos Loret de Mola.
“¿Reforma Constitucional?”, le cuestiona el conductor.
“No. Nosotros no creemos que Pemex   necesite reforma constitucional para ser altamente competitivo. Lo que necesita Pemex  es que le demos calidad de empresa pública, diferente a la que tiene hoy como empresa paraestatal. Y en eso momento darle autonomía de gestión y que se quite el lastre para competir en el mundo”.
Ya lo pasado, pasado; no me interesa
Calderón prometió  bonanza, empleos, mejores salarios, grandes obras, carreteras, viviendas y hasta combatir la pobreza, que aumentó 
El pasado ya no importa.
Ahora volvemos a empezar. En el 2008, cuando se aprobó la reforma energética propuesta por Felipe Calderón todo fue algarabía.
Celebraron el PRI y el PAN. Festejó incluso el PRD porque había impedido una reforma constitucional. El aval a la reforma energética mereció un spot nocturno a nivel nacional con el presidente de la República.
Envuelto en un traje oscuro y corbata azul, Calderón se presentó a la nación para agradecerle a los partidos y para adelantar los beneficios que vendrían.
Con la bandera mexicana escoltando su lado derecho, el expresidente hoy convertido en académico,  dio las gracias a todos.
“Quiero hacer un reconocimiento a las señoras y señores diputados que han apoyado esta importante reforma para el país. Desde luego a los legisladores del Partido Acción Nacional, con cuyo respaldo he contado permanentemente. 

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