En cada semáforo instalado en las avenidas de las principales ciudades del país, se ubica un escaparate donde asoma el rostro del creciente desempleo y la marginación que agobia a millones de mexicanos; día a día se multiplica el número de mujeres, hombres y niños que engañan al hambre echando fuego, limpiando parabrisas, vendiendo chicles, baratijas o haciendo malabares, a cambio de obtener una moneda en los cruceros.
por Martín Esparza Flores
8 de mayo de 2016
contralínea
Ante tan lacerante realidad, parecen haberse extinguido los motivos para festejar en México el Día del Trabajo, pues precisamente lo que nos faltan son fuentes de empleo, estables y bien remuneradas que deberían generarse con la aprobación de la Reforma Laboral.