miércoles, 8 de junio de 2016

SUTERM, tentáculo cetemista en vías de extinción

5 junio 2016 
Martín Esparza Flores 
Contralínea
(Parte I: Rafael Galván y la Tendencia Democrática)

Coptados desde hace décadas por la esfera cetemista del charrismo sindical, los trabajadores del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM) despiertan a la amarga realidad de ver hecho trizas su Contrato Colectivo de Trabajo (CCT), sumergidos hasta el cuello en las arenas movedizas de la incertidumbre laboral y la pérdida de derechos adquiridos, sin que su dirigencia encabezada por Víctor Fuentes del Villar muestre el mínimo interés de salir en su defensa. Hoy que los embates y efectos naturales de la reforma energética los hace poner los pies en la tierra, es un buen momento para reflexionar sobre los orígenes que dieron vida al sindicato que ahora los va dejando a la deriva, producto de torcidas alianzas oficiales y traiciones a corrientes nacionalistas que buscaron la unificación de los trabajadores del sistema eléctrico nacional y del movimiento obrero del país, como fue el caso de la Tendencia Democrática encabezada en los años 70s por Rafael Galván. Los electricistas del SUTERM que ahora ven peligrar sus fuentes de empleo y son obligados por sus dirigentes espurios a aceptar modificaciones a su régimen de pensiones y jubilaciones, deben conocer algo de la historia para enterarse que, por ejemplo, un buen número de las conquistas laborales de que gozaron no fueron logradas por las negociaciones de sus líderes charros, sino por la lucha de sindicatos independientes como el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
Una recapitulación de lo sucedido hace cuatro décadas ayudará a entender a los afiliados del SUTERM que su papel de esquiroles y la apatía que mostraron tras la agresión al SME, en octubre del 2009, sólo sirvieron para afianzar un despojo a los recursos energéticos de la nación que ahora en la vorágine privatizadora los arrastra por igual. La historia de cómo se dividieron los sindicatos de los trabajadores electricistas en el país puede ser hoy el hilo conductor para que los agredidos trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad se sacudan a sus dirigentes charros y busquen renacer en una organización que bien puede tener como fuente de inspiración a la Tendencia Democrática de Rafael Galván.

La génesis de esa Tendencia Democrática partió de la necesidad por unificar al sistema eléctrico de todo el país luego de la nacionalización del sector, decretada por el presidente Adolfo López Mateos, el 27 de septiembre de 1960. En esos años coexistían en la rama tres sindicatos: el SME, fundado en 1914; el Sindicato Nacional de Electricistas, Similares y Conexos de la República Mexicana (SNESCRM), que nació tras la fundación de la CFE en 1937, ligado desde entonces a la férula de la Confederación de Trabajadores de México, y la Federación Nacional de Trabajadores de la Industria y Comunicaciones Eléctricas (FNTICE), que agrupaba a 52 sindicatos en el país y de la cual formaba parte Rafael Galván.

Semanas después del histórico anunció, el 12 de octubre de 1960, en el Teatro de la Paz de San Luis Potosí, la FNTICE decidió por mayoría de las organizaciones que la conformaban, transformarse en el Sindicato de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (STERM) y se designó a Rafael Galván como su secretario general, y se marcó como uno de sus objetivos prioritarios la unidad de todos los electricistas del país.

En 1966, tras el surgimiento del Congreso del Trabajo, donde en teoría se buscó la unificación de todo el movimiento obrero del país, el STERM aceptó la firma de un convenio tripartita con el Sindicato Nacional de Electricistas (SNESCRM) y la CFE, en el que la paraestatal se comprometía a respetar sus respectivos Contratos Colectivos de Trabajo (CCT), con el fin de impulsar la integración de la industria eléctrica.

En 1969, el SME se sumó a los objetivos de dicho proyecto firmándose un convenio cuatripartita con la CFE y otros dos sindicatos. Nuevamente la CFE ponderó la necesidad de impulsar una política de integración total de la industria en el país. Pero meses después, las buenas intenciones nacionalistas se vendrían abajo con la concatenación de una serie de violaciones y atropellos en contra del STERM.

En 1970, apoyado por el gobierno y los sindicatos charros, Fidel Velázquez operó la expulsión del STERM del seno del Congreso del Trabajo. Un año después, en octubre de 1971, nuevamente teniendo como brazo ejecutor al entonces líder de la CTM y como títere al secretario general del Sindicato Nacional (SNESCRM), Francisco Pérez Ríos, la administración federal, a través de la CFE, la Secretaría del Trabajo y la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA), le otorgaron la titularidad del CCT del STERM a Pérez Ríos, faltando a los acuerdos y el principio de unidad del convenio tripartita de 1966.

Con antelación, la CFE aplicaba una política de hostilidad y agresiones en contra de los miembros del democrático STERM, porque esta organización manejaba la tesis de que el trabajo de los electricistas debía beneficiar a la nación, al pueblo y no a los intereses extranjeros; además, utilizando de manera ilegal los recursos públicos, la dependencia intentaba mediante hostigamientos y el otorgamiento de jugosos préstamos, pagaderos “en la forma que pudieran”, atraer a las filas de Pérez Ríos a los seguidores de Galván. Como tales métodos no le funcionaron, echó mano del poder del Estado para tratar de desaparecer al STERM.

Ante el cúmulo de hostilidades el STERM recurrió al arma política de las movilizaciones realizando, entre otras acciones, las Jornadas Nacionales por la Democracia Sindical, a las que se sumaron en solidaridad miles de trabajadores en el país.

Al gobierno de Luis Echeverría no le quedó otra alternativa que llamar a las partes en conflicto para fungir como testigo de calidad al igual que el entonces director de la CFE, José López Portillo, en la firma del “Pacto de Unidad” que signaron el Sindicato Nacional y el STERM, para el nacimiento del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), acuerdo que se concretó el 20 de septiembre de 1972 en un acto realizado en el Palacio de las Bellas Artes y en donde Pérez Ríos ocupó la Secretaría General y Rafael Galván la presidencia de la Comisión de Vigilancia, acordándose, por el bien de la unidad, que el resto de los cargos del comité ejecutivo y las comisiones autónomas se repartieran paritariamente entre ambas corrientes. Situación que también se aplicó en las secciones de todo el país.

La influencia del STERM en el naciente SUTERM se vio reflejada en sus estatutos, al imprimir en sus primeros documentos su espíritu nacionalista y democrático, fundamentos que años más tarde fueron borrados por el charrismo cetemista, pues la creación del SUTERM fue sólo una solución transitoria al conflicto electricista, porque tanto para los charros del Sindicato Nacional, que ni de oídas conocían la democracia sindical, ni para la CFE, las expectativas de lucha y de integración del sector eléctrico nacional, entraban en sus planes.

Desde las cúpulas del poder empezó a fraguarse una de las más denigrantes represiones a las luchas del sindicalismo independiente, pero que lejos de aplastar a Galván dieron origen al nacimiento de la Tendencia Democrática, que en su momento llegó a tener un poder de convocatoria suficiente para reunir en una histórica marcha a más de 100 mil trabajadores de organizaciones hermanas.

Martín Esparza Flores


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