miércoles, 3 de julio de 2013

El conflicto laboral en Honda, una alerta para todos los trabajadores

2 julio 2013 
Adazahira Chávez 
Kaos en la Red
“Si logramos que nos den el contrato, seremos un ejemplo y otros trabajadores retarán al corporativismo. De lo contrario, será un revés para todos los que buscan un sindicato independiente”.
México. Los trabajadores de la armadora automotriz Honda en El Salto, Jalisco, son considerados por las autoridades laborales un peligro para la paz social por organizar un sindicato independiente, y por ello les retiró el registro como organización, denuncia José Luis Solorio, secretario general del Sindicato de Trabajadores Unidos de Honda de México (STUHM).

En dos años de su existencia oficial, el STUHM enfrenta continuamente obstáculos legales e ilegales por parte de la empresa y las autoridades para impedir que represente a los trabajadores, “pues podemos ser el ejemplo para que otros obreros se organicen por sus intereses”, considera Solorio.

En el embate contra el STUHM se encuentran involucradas autoridades laborales, pues un funcionario de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje es, al mismo tiempo, apoderado del sindicato que tiene el contrato colectivo con Honda y es afín a la empresa transnacional, acusan integrantes del sindicato independiente.

La breve y accidentada historia del STUHM

Honda es una empresa de capital japonés que posee, entre otras, una planta armadora de autos y motocicletas en el municipio de El Salto, donde emplea a cerca de 2 mil 400 obreros, y otra en Celaya, Guanajuato. Desde la fundación de la planta en Jalisco, la empresa cuenta con sindicato de protección (como se llama a aquellos que actúan a espalda de los trabajadores y en contubernio con los patrones para su beneficio), informa Raúl Pallares, secretario de Actas y Acuerdos del sindicato independiente y despedido de la empresa.

“Desde que te contratan, tienes que firmar una hoja de afiliación a un sindicato, que es de la Confederación de Trabajadores de México (CTM). Cuando preguntas por tu representante sindical, te dicen que no lo necesitas y que todo se resuelve con el gerente de recursos humanos”, describe Solorio.

Un grupo de trabajadores comenzó a reunirse para construir una asociación que sí los representara. El primer intento fue en 2008, pero el hostigamiento de la empresa los obligó a desistir. En 2010, retomaron la organización de manera clandestina, “fuimos de casa en casa de los compas para que no nos identificaran, pero la empresa nos descubrió y despidió a tres de nosotros a finales de abril, dentro de los cuales está Pallares”, relata el secretario general. Pero el sindicato ya estaba constituido.

El primer núcleo de trabajadores se conformó con solamente 44 personas para no arriesgar al despido a más obreros. Tuvieron razón: en cuanto entregaron los papeles con los nombres de los afiliados, comenzaron los despidos. Esta vez le tocó, entre otros seis, a Solorio, quien no aceptó la liquidación ofrecida por Honda.

Después de la constitución del STUHM vino un viacrucis en las instancias oficiales para poder disputar la titularidad del contrato en la planta y para conservar su registro como sindicato. En agosto de 2010, les negaron la toma de nota –una constancia por la que la autoridad laboral da fe del cumplimiento de ciertos requisitos y que solamente se pide en México- y les pidieron cumplir requisitos no previstos en la ley, como proporcionar el acta constitutiva de la empresa. El STUHM se amparó y la Secretaría del Trabajo recurrió el amparo, pero el sindicato independiente ganó esta batalla en agosto de 2011 y comenzó a prepararse para disputar el contrato, ya con cerca de la mitad de los trabajadores afiliados a su causa.

Los tropiezos contrastan con el camino llano que tuvo el sindicato de la CTM, que en tan sólo 30 días logró cambiar su registro de local a federal y consiguió 500 afiliados con apoyo de la empresa, que hizo contrataciones para obligar a los nuevos obreros a afiliarse al sindicato charro, relatan Solorio y Pallares. El STUHM se enteró del cambio cuando la Junta les notificó que su demanda por el contrato no procedió pues el sindicato titular ya era otro. Los obstáculos siguieron a través de cambios de domicilio del sindicato de la CTM para evitar su notificación de la demanda. Cuando el STUHM logró la notificación (“nos tuvimos que hacer cargo de los gastos con tal de que las autoridades fueran al domicilio del sindicato”, recuerda Solorio), entró un tercer sindicato afín a la empresa para reclamar también el contrato colectivo, esta vez a través de la priista Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC). La intención de la CROC “fue entorpecer el proceso, pues más adelante, en cuanto nos cancelaron el registro, retiraron su demanda de titularidad”, evalúa Pallares.

La presiones a los obreros afiliados al STUHM se recrudecieron al interior de la planta. Al grupo de 44 afiliados les dijeron “o firmas tu renuncia al sindicato o firmas tu renuncia a la empresa”, relata Pallares. El STUHM optó por decirles que conservaran el trabajo y así siguieran con posibilidades de lucha, pero la renuncia al sindicato tuvo trampa: también obligaron a los trabajadores a ceder su representación al sindicato de la CROC, apunta Solorio, lo que utilizaron para demandar al STUHM y solicitar la cancelación de su registro en septiembre de 2012.

Sube la temperatura en la planta

El hostigamiento y las renuncias no detuvieron la efervescencia organizativa en la planta. El escaso aumento salarial y reparto de utilidades, así como un accidente y una muerte, hicieron que los obreros realizaran un paro.

Un autobús de la empresa, con obreros dentro, se quemó en 2012 por su mal estado de conservación, relatan los dirigentes del STUHM. “Una trabajadora tuvo quemaduras en el 30 por ciento de su cuerpo. Los que huyeron por las ventanas quedaron lesionados por la caída. Después, otro compañero que era hostigado murió por negligencia de la empresa, acusan. “Lo cambiaron de área de trabajo, no pusieron los señalamientos adecuados, y lo aplastó la caja de un trailer”, señala Solorio. El sindicato charro y la empresa culparon al trabajador, “dijeron que traía audífonos y eso no es cierto. Incluso lo sacaron de la planta en una camioneta, no en ambulancia, para que no se estableciera que murió dentro de la fábrica, pero a nosotros nos dijeron que ya estaba muerto cuando lo sacaron”, relata Pallares.

A esto se sumó la detención ilegal de Solorio, que fue acusado de robar una video-pluma de un trabajador de seguridad. Lo que sucedió en realidad, relata Pallares, es que después de un volanteo, el personal de seguridad de la planta intentó llevarse a Solorio y quitarle su celular.

El enojo de los obreros y el reparto de utilidades de 300 pesos por trabajador en 2013 (cuando en años anteriores fue de mínimo 66 mil pesos) desembocaron en el paro del 16 al 18 de abril de 2013. Los trabajadores obtuvieron un bono de 17 mil pesos, pero también el despido de casi la totalidad de la comisión negociadora a pesar del “pacto de caballeros” que ofreció la empresa en el que se comprometió a no reprimir a los inconformes.

“Paz social” para cancelar el registro

Las autoridades laborales exigieron a finales de 2012 el padrón de socios al sindicato independiente para no cancelar su registro. El STUHM argumentó que no lo podía proporcionar por seguridad de los trabajadores, debido al hostigamiento y despidos anteriores. En medio de un ir y venir de amparos y solicitudes legales, en mayo de 2013 el sindicato independiente ganó un recurso legal. Un Tribunal Colegiado ordenó a la Junta emitir un nuevo laudo a favor de los trabajadores.

En pleno desacato a la autoridad colegiada, denuncian los dirigentes del STUHM, la Junta Federal se atribuyó la potestad de negarles el reconocimiento “por ser un peligro para la paz y el orden”, resolvió asuntos que no están dentro de la demanda –como la decisión sobre la titularidad del contrato y no sólo el registro- , concedió capacidad a exafiliados para solicitar la anulación del registro sindical y negó el registro. Las irregularidades se deben a que “Víctor Manuel Callejas es juez y parte, es a la vez servidor público de Zapopan y detenta el control de más de cien sindicatos”, acusa Pallares.

“Sabemos de la importancia de que exista un sindicato independiente en la rama automotriz, donde gran parte son controlados por la CTM”, apunta Solorio, quien es mesero para sobrevivir. “Si logramos que nos den el contrato, seremos un ejemplo de que sí puede haber organización independiente y otros trabajadores van a querer lo mismo y retarán al corporativismo. Por eso están juntos autoridades y empresa para defender sus intereses”. Pero si pierden, contrasta Pallares, se sentará un precedente terrible para todos los trabajadores que buscan organización, “se rechazarán demandas de titularidad y se permitirá que los charros interfieran en la vida interna de los sindicatos. Además las autoridades tomarán decisiones que no les corresponden. Esto es una alerta para todos los trabajadores”.

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