domingo, 27 de octubre de 2013

¿Otra vez ninguna refinería?

Antonio Gershenson 
El pasado gobierno derechista (o, si queremos, de la derecha del PAN) había dicho que quería refinerías de trasnacionales. Perdió. El Congreso se pronunció por una refinería de Pemex. Se asignó por el gobierno un presupuesto, pero nunca se destinó, en los hechos, a la refinería de Pemex. Se hizo sólo un gran circo con gobiernos de varios estados y otras simulaciones, pero ni siquiera una barda completa se levantó para la refinería.
Varios del gobierno, de los funcionarios de Pemex y trasnacionales, vieron que era más negocio seguir importando a lo loco más gasolina y otros derivados del petróleo.

En mi artículo “La caída de nuestro petróleo”, del pasado 28 de julio, se escribió que “sí hay peligro de entregas, pero también hemos visto que no se hace nada, como en la ‘nueva’ refinería, y eso también se puede repetir”. Y luego se insiste en “el peligro de que no se haga nada. Para eso sí han mostrado ser muy eficientes”.

Ahora se dice lo mismo, por el funcionario respectivo del gobierno ¿priísta o panista?, al expresar que ahora “es cuestionable” invertir en refinar crudo.

Y lo apoya ¡hasta la Shell!, que en otros países tiene refinerías, pero aquí tiene los negociazos de vendernos gasolina y demás.

Recordamos partes de un libro de Pemex, de ingenieros calificados, atendiendo a una solicitud de la Cámara de Diputados el año anterior, Estudio de viabilidad para construir una nueva refinería en México, entregada al Senado el 30 de julio de 2008.

En la parte 2.2.8. Determinación para el tamaño de una nueva refinería, “se observa que el valor se incrementa hasta 600 mbd (miles de barriles diarios) en dos trenes de refinación”. Este es el tamaño doble del que propuso el gobierno, de 300 mbd.

En el libro se propone que con este tamaño se produzca gasolina, pero también diesel, así como que se use en México. Se reducen de manera muy importante la importación de éstos y otros combustibles.

De haberse seguido en esto al libro de Pemex mencionado, al terminarse la obra se reduciría de manera muy importante la importación de estos combustibles. Y las palabras del presidente de Pemex mencionadas al principio quedarían ampliamente rebasadas. Claro, hubieran perdido su negociazo de importación los funcionarios de aquí y las transnacionales vendedores de gasolina y demás.

Con los mencionados datos, la producción de gasolina sería de 142 mbd con 300 de procesamiento de crudo, y de 284 mbd con la producción de gasolina de 600. Si comparamos esa producción de 284 mbd con los 342 mbd de gasolina que compramos al exterior en el primer semestre de este año, los importados quedarían reducidos a 58 mbd, o sea a una quinta parte de las actuales importaciones, con la obra recomendada por los ingenieros de Pemex en el libro. En el caso del diesel, de plano dejaríamos de importarlo.

Estos datos dejan en el suelo los discursos de los funcionarios. Pobrecitos, se quedarían con su negociazo de importar gasolina y demás reducido al mínimo.

Si la demanda de gasolina y otros combustibles sigue aumentando, se puede hacer necesaria por lo menos otra refinería. Una posibilidad es aprovechar el terreno disponible en un complejo petroquímico y tener un aprovechamiento mutuo de las dos áreas. No se haría necesario buscar otro terreno.

Es muy importante que las inversiones de Pemex sean propias y no extranjeras como se desprende de los discursos oficiales. Nuestro desarrollo industrial, como en los ejemplos citados, no sólo es muy importante para el desarrollo general. Además, se impulsan el empleo y el mercado interno.

Pemex, con refinerías propias, dará el impulso.

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