14 noviembre 2011 | Álvaro Delgado | proceso
MÉXICO, D.F. (apro).- Ante su derrota irreversible, la noche de este domingo 13, Luisa María Calderón se abandonó al llanto y a la frustración. Es lógico: Michoacán era para ella y para su clan la apuesta para un futuro que ahora se anticipa aciago.
Al derrumbe moral de los Calderón, de ya larga data, se suma el político y el electoral en su propio estado, que lo tenían como suyo.
Ya lucen, de manera indeleble, el sello del fracaso.
Ya lucen, de manera indeleble, el sello del fracaso.
En su infinita prepotencia, la autodenominada Cocoa y su hermano que se ostenta como jefe del Ejecutivo en nada escatimaron para un triunfo a como diera lugar.
Desde que Luisa María regresó de Europa a Michoacán, en 2008, Felipe puso a su servicio no sólo el PAN local, cuyos dirigentes son sus empleados, sino toda la estructura del gobierno federal, primero para imponerla como candidata y luego para hacerla gobernadora.
Se trataba, como aquí se apuntó la semana pasada, de que la Cocoa tenía que ser “gobernadora a güevo”.
Ella y su hermano no pudieron, ya se vio, pero jamás previeron el escenario de la derrota, que les es doblemente dolorosa.
Ahora la Cocoa habla de que perdió a la mala, que el PRI recurrió a prácticas ilegales, que hubo “una intromisión bárbara de la delincuencia organizada”, que en el sur del estado “prácticamente tomaron el proceso” y que el priista Fausto Vallejo, el ganador, puede estar al servicio del narcotráfico.
“Sería grave que el próximo gobernante de la entidad fuera un títere del crimen organizado”, dijo la Cocoa, quien no ha dicho si ya presentó una denuncia penal por estas afirmaciones ni tampoco ha dicho si el PAN impugnará el resultado de la elección.
Debe hacerlo, pero no puede por dos razones: Porque no tiene autoridad política ni moral, pero sobre todo porque emergerían muchas de las ilegalidades de las que ella misma se benefició.
Y este debe ser el tema hacia delante: ¿Qué calidad de elecciones hay en México? Con órganos electorales castrados, como se volvió a ver en Michoacán, los partidos cometen cualquier cantidad de ilegalidades que quedan impunes, se inmiscuyen gobiernos a todos los niveles, las empresas que hacen estudios de opinión difunden resultados que no se corresponden con la realidad y al final no ocurre nada.
Por ejemplo, casi todas las encuestas daban como ganadora a la Cocoa: Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) le dio 15 puntos de ventaja con 37%, Fausto Vallejo 22% y Silvano Aureoles 13%; el diario Reforma la ubicó en primer lugar en ese orden: 39%, 33%, 28%, y Espacio Muestral le dio 40%, 34%, 26%. Sólo Beltrán y Asociados dio a Vallejo arriba: 39%, 34%, 27%.
Al final, Luisa María Calderón, la hermana mayor del clan, se derrumbó y con ella su hermano menor, Felipe. Ni la una ni el otro han ganado algo en Michoacán, ni lo ganarán. Es su tumba política.
Por eso la Cocoa lloró toda la madrugada…
Apuntes
Todos los candidatos que tienen el sello de Calderón pierden, como lo acreditan las cifras: Yucatán, Xavier Abreu; San Luis Potosí, Alejandro Zapata; Coahuila, Guillermo Anaya; Tamaulipas, Julián Sacramento; Aguascalientes, Martín Orozco; Campeche, Mario Avila; Veracruz, Miguel Angel Yunes, y La Cocoa en Michoacán… ¿Quién será el próximo secretario de Gobernación? A quién le importa.
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