revista siempre
Los derechos de los trabajadores están bien salvaguardados
Martín Esparza Flores
Tras el triunfo de Nicolás Maduro en Venezuela, comienza a aparecer la mano negra que impulsó, tras la muerte de Hugo Chávez, la candidatura del hoy perdedor Henrique Capriles, quien, por cierto, semanas atrás desatendió de manera abierta su cargo como gobernador de la provincia de Miranda para realizar constantes viajes a Miami, de los que se abstuvo de comentar a detalle a los venezolanos.
Mientras la mayoría de los países del continente se han sumado al reconocimiento del vencedor en los comicios del pasado 14 de abril, marionetas del imperialismo y del capitalismo internacional como son los casos de la portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, y el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, se han adjudicado el derecho intervencionista de exigir una auditoría a los comicios en los que se expresó la voluntad —en el marco de su soberanía y su Constitución— del pueblo venezolano.
Lamentable que a esta andanada de la derecha en contra del ahora representante del proyecto de la Revolución Bolivariana en América Latina, se sume también nada menos que el secretario general de la Organización de los Estados Americanos, el chileno José Miguel Insulza quien, apoltronado desde su sede en Washington, ha expresado veladamente su apoyo al derechista Capriles, olvidando sus orígenes como hombre de izquierda cuando formó parte del gabinete del doctor Salvador Allende, derrocado por la dictadura militar con Pinochet como brazo ejecutor y Estados Unidos como autor intelectual; acción infame que desencadenó una de las peores represiones del siglo pasado.
Es evidente que para el modelo económico impuesto por la oligarquía mundial bajo el esquema del neoliberalismo y la aplicación de su capitalismo salvaje, el triunfo de Maduro representa un dique para apropiarse de las riquezas naturales de ese país, como lo es el petróleo. La manipulación mediática que los medios de la derecha, con el apoyo indudable de Estados Unidos, realizan en el país centroamericano con el fin de desestabilizar y enfrentar al pueblo de Venezuela.
Venezuela y su objetivo político de integración de las naciones latinoamericanas para hacer frente a los embates del imperialismo es el punto medular de la descarada intromisión con que gobiernos de derecha, como el encabezado por el español Mariano Rajoy, pretenden vulnerar la democracia venezolana.
No puede ser más acertado el mensaje que Maduro envió a Rajoy, último resabio de la dictadura franquista y ahora aliado de la oligarquía mundial: “Que mejor se ocupen de sus problemas, en lugar de ocuparse de Venezuela”.
Sin temor a equivocarnos, podemos asegurar que el pueblo español observa indignado la actitud servil de su presidente, que tiene sumido a su pueblo en una de las peores crisis de su historia, y a las puertas del hambre a millones de habitantes por aplicar a pie juntillas los designios del Fondo Monetario Internacional, situación que no sucede en Venezuela.
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