DOMINGO, 12 DE SEPTIEMBRE DE 2010 22:30 JAIME ARIZMENDI
*Ahí Está el Sindicato Blanco Protector de Walt Mart
ARGON MÉXICO
Argonmexico.com / Las lujosas oficinas del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana, (SUTERM), que se mantienen con el dinero que el pueblo paga por el carísimo y pésimo servicio de energía eléctrica, se localizan en Río Guadalquivir 106, Col. Cuauhtémoc, y es donde despachan una cáfila de acaudalados dirigentes.
El capitán de ellos, Víctor Fuentes del Villar, dueño del local y de la organización hasta que muera, por herencia de su tío Leonardo Rodríguez Alcaine, que no por elección democrática de la base, hace jugosos negocios con Banorte y con la Comisión Federal de Electricidad, “empresa de clase mundial”, según reza su engañoso slogan.
También está Nereo Vargas Velázquez, exsecretario particular de “La Güera” Rodríguez, ahora secretario de Trabajo del espurio Comité Ejecutivo Nacional, cuyo yerno hace lucrativas transacciones como subcontratista de la CFE en un censurable tráfico de influencias que sólo beneficia a la camarilla en el poder y sus familiares.
Asisten a la lista el arrogante Vinicio Limón Rivera, propietario de la Federación de Trabajadores del Estado de Morelos, también secretario de Organización sutermista, quien no hace más de tres décadas era un humilde empleado de la CFE en la sureña entidad y ahora maneja ventajosos contratos de protección en ella, para beneficio de los empresarios, por supuesto.
Esos tres personajes, principalmente, tienen un compromiso no escrito pero sí tácito de repartirse el botín que representa el Contrato Colectivo de Trabajo de uno de los sindicatos más poderosos, económicamente hablando, y más ahora que la ambición y negligencia del gobierno federal pretende acabar con el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
Nereo Vargas Velázquez y Vinicio Limón Rivera, en ese orden, están a la espera de ocupar el lugar que ahora tiene el inefable y añoso Víctor Fuentes del Villar, quien a diferencia de su por él llorado tío, Rodríguez Alcaine, se esconde del escrutinio de la opinión pública, para hacer cómodamente sus negocios.
Toda esta situación ha llevado a no pocos trabajadores a rebautizar el nombre de las oficinas de Guadalquivir 106 para ponerle uno nuevo, no muy adecuado al quehacer sindical, pero sí cercano a la mayoría de quienes se dedican a las cuestiones sindicales y al accionar político nacional; la cueva de Alí Babá, le dicen.
En ella también existen, o sobreviven, personajes que hipócritamente enaltecen la amistad cuando necesitan el apoyo y la solidaridad de otros aunque, claro, cuando de retribuir ese gesto de moralidad humana se trata, se olvidan de quienes usaron para sus intereses, como es el caso de Alejandro Chávez Anguiano, secretario de Previsión Social.
Y cómo todo pastel tiene siempre una cereza, la de éste es el hecho de que en la Cueva de Alí Babá despacha un sindicato blanco que vende protección a la cadena de supermercados estadounidense Walt Mart. Esto ni siquiera lo saben los esclavizados empleados de esta poderosísima trasnacional.
De su lado, la “empresa de clase mundial”, que ha encarecido hasta el robo el cobro de la energía eléctrica propiedad de los mexicanos, ha dado muestras de su brillante labor al dejar en la oscuridad continuamente a miles de capitalinos por su manifiesta incapacidad de hacer el trabajo que antes hacia el SME.
Muestra de ello son los dos trabajadores muertos, y otro par gravemente heridos al estallar, en días pasados, una subestación de electricidad en Coyoacán. Lo de “clase mundial” es una broma de muy mal gusto y lo de la cueva de Ali Babá, una vergüenza nacional.
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