domingo, 29 de enero de 2012

Necaxaltepetl, la lucha contra la exclusión


Necaxaltepetl, la lucha contra la exclusión
 Necaxaltepetl, la lucha contra la exclusión
28/Enero/2012/14:39:20
Juan Galindo, Pue.- Desplazados de su tierra por la construcción de la presa de Necaxa hace más de un siglo, los habitantes de Necaxaltepetl han tenido que pelear contra el olvido y la exclusión de un sistema que les regatea su desarrollo: hace apenas 20 años que tienen luz eléctrica y sólo nueve que cuentan con una insuficiente red de agua potable.
Por: LETICIA ANIMAS VARGAS
radio expresión

Ubicados además en una zona de riesgo a donde los programas de combate a la pobreza no llegan a quienes los necesitan o les llegan sin que les digan cómo pueden aprovecharlos, como el caso de los baños ecológicos que les instalaron hace algunos meses, los pobladores del cerro reclaman que por lo menos los abastezcan con agua suficiente.  
Aunque su marginación se expresa incluso en la falta de registros que documenten el origen del poblado, se sabe que fue en 1909 cuando sus fundadores, indígenas náhuatl todos ellos, se dirigieron a la parte alta del cerro en protesta por el desalojo de su tierras. Ahí se refugiaron, mientras los mestizos se fueron a Jacksonville, conocido hoy como Nuevo Necaxa y las familias de los empleados de la hidroeléctrica formaron otro asentamiento que se conoce como Necaxa Canaditas.
Al concesionarse, en ese mismo año, a The Mexican Light & Power Co., la explotación de 25 ríos situados entre Zacatlán y Necaxa, sólo unos cuantos indígenas del cerro fueron contratados para las labores de excavación y acarreo de tierra y piedras para la construcción del sistema de 30 kilómetros de túneles y canales que favorecen la captación de agua para las presas de Nexapa y Tenango, y luego en la de los muros para el almacenamiento de 45 millones de metros cúbicos de agua del vaso de Necaxa.
Del anonimato a la prensa nacional
Pero han sido los desastres naturales, los que han hecho que esta comunidad pase a ocupar algún espacio en los medios de comunicación: en 1999 tras los deslaves de las aguas bravas de octubre, Necaxaltepetl fue considerada zona de peligro; y luego, en septiembre de 2006, cuando casi la mitad del cerro se desgajó sobre la carretera federal México-Tuxpan dejando un saldo de 4 personas muertas y 11 heridas.
La alarma inició desde las 12:40 horas del 7 de septiembre de 2006. “Fue cuando se escuchó como si estuviera tronando, como relámpagos, nosotros vivimos acá cerca del cerro, por eso es que oímos todo cómo empezó. Como una red para pescar, sentimos que nos envolvieron la tierra y las piedras que cayeron de repente”, declararon algunos sobrevivientes de la furia del talud.
La concesión a finales de noviembre del 2005 a la empresa Ingenieros Civiles Asociados (ICA) de la explotación del cerro, justo en la parte del camino que conduce a la comunidad de Necaxaltépetl, a fin de que obtuviera piedra y balastre para las obras de construcción de la autopista ubicada a escasos kilómetros, fue considerado como un acto irresponsable que derivó en el desgajamiento.
Así, en una especie de “operación hormiga” a lo largo de 10 meses, aproximadamente 80 camiones de volteo de ICA sacaron día y noche material, a pesar de ser una zona protegida por un decreto emitido por Lázaro Cárdenas en 1937 y ratificado el 9 de septiembre del 2002 por el Congreso de la Unión.
Fueron los funcionarios de la extinta Luz y Fuerza del Centro, quienes vendieron a la ICA 500 mil metros cúbicos de piedra, mediante un contrato firmado en la ciudad de México, bajo la tutela de Semarnat.
La tragedia, en cambio, apenas trajo la construcción de un puente elevado sobre la carretera federal que costó más de 6 millones de pesos y mientras la gente se pregunta si el dinero invertido sirvió de algo, contemplan las 37 viviendas que fueron construidas en el pueblo y se quejan de que fueron repartidas de manera inequitativa e injusta.
Roberta Quiroz García cuenta que son pocos los que habitan las casitas, porque se las dieron para unos cuantos que tienen una vivienda también en el centro del poblado, mientras la mayor parte de las habitaciones del pueblo se están desbaratando
“Los que están aquí son los que tienen más, no los más pobres. Algunos tienen tiendas y buenas casas como el ex presidente auxiliar Nazario Méndez, quien se sabe que se robó hartas cosas como el molino y una tortillera que era para el pueblo, nomás pasó por ellas y lo vendió. Yo le pedí una casa porque la que tengo es de madera y me dijo: ‘para ustedes no hay’. Él no le daba a los que no le caen bien”.
“Otros las vendieron, se llevaron su dinerito que era para los damnificados, mintieron diciendo que su casa se desbarató, como el señor Ángel Domínguez que tiene una tienda, tiene una casa aquí, otra en el centro y otra en Xaltepec, tiene por todos lados. Así que los apoyos no llegan a la gente pobre”.
Sin embargo, lo que más les apura es la falta de agua, dice María Librada Vargas Garrido, quien llegó hace 20 años a vivir a este lugar: “apenas tenemos para ir sobreviviendo. El pueblo se hace grande, va creciendo la generación y pasa un presidente y pasa otro, ponen una tubería, van a jalar agua quién sabe de por dónde y no nos sirve, pero ellos se lavan las manos y se hacen una con el presidente municipal y los que sufrimos somos nosotros”.
Hubo una autoridad, recuerda, llamada Otilio, que fue el que más le hizo al cuento: juntó a la gente, inauguraron el agua, hasta pusieron llaves, pusieron y quitaron los tubos, marcaron el tendido, y el caso es que el líquido no llega como anunciaron que la traerían, por gravedad, desde una loma por el rumbo de Cuaxicala y San Miguel Acuautla.
Dice María que las más afectadas por la falta del líquido vital son las mujeres, porque son las que se quedan en las casas a lidiar con sus hijos, con sus animalitos y a cuidar de la milpa, y justifica que hace una semana se hayan manifestado frente a la presidencia municipal de Juan Galindo “con coraje”, luego de que pasaran 40 días y no arreglaran la bomba que surte al pueblo.
Añade que el enojo con el alcalde Fernando Platón Trejo es porque “el señor no se enseña. Cuando quería nuestro voto venía hasta amablemente, y ahora no sabemos por qué no nos apoya, si somos como mil habitantes”.
¿Para vivir mejor?
Cuentan además que hace algunos meses, fueron beneficiados con un programa federal de la Secretaría de Desarrollo Social de baños ecológicos, sin embargo, muchos no los usan por falta de capacitación para su mantenimiento, ni siquiera les explicaron que para su uso no es necesario el drenaje y otros porque presentan fallas.
“Nada más vinieron, los hicieron, dejaron unos botes y se fueron, ahora estamos esperando el drenaje”, apuntan.
Hace casi dos años, relatan los habitantes de esta comunidad rural, los invitaron a inscribirse en uno de los programas de la Sedesol para instalar baños ecológicos. Muchas familias aceptaron y se apuntaron con la intención de contar con un sanitario que, además de ser útil, no dañaría el medio ambiente.
Sin embargo, y a pesar de tener algunas ventajas, la mayoría desconoce por qué son ecológicos. Lo más grave aun: desconocen cómo darles mantenimiento, pues nadie se lo explicó al momento de instalarlos.
Los baños ecológicos, son conocidos también como "Eco San" y están diseñados especialmente para separar las heces de la orina en depósitos aislados que se convierten en abonos orgánicos que pueden ser utilizados en jardines o huertos. Además protegen el medio ambiente ya que no descargan aguas sucias al suelo, evitando la contaminación de los mantos freáticos.
Pero esto no lo saben los pobladores de Necaxaltepetl que al final de cuentas son los que deberían usarlos.
Los enlaces de la secretaría en la región dicen no tener detalles de cómo operó el programa, ni cuántas personas fueron beneficiadas, menos si alguna vez alguien va a llegar a explicar su funcionamiento.
Y aunque saben de los riesgos de vivir a la orilla del cerro porque se sigue bajando la tierra, dicen los de Necaxaltepetl que de aquí no se mueven. “Cuando pasan las lluvias, las autoridades nomás vienen a dejar un comunicado en el que nos dicen que si no nos salimos, es bajo nuestro propio riesgo, que ellos no se hacen responsables. Pero de por sí, ellos no nos vienen a apoyar.
“Año con año cuando el cerro se desgaja y cada vez que llueve, truena allá, donde está ese árbol, la tierra está cuarteada, hemos presentado quejas y dicen que van a venir los de Protección Civil, pero nunca vienen”.
Tres años después del derrumbe, cuentan, en octubre de 2009, los poco más de mil habitantes de Necaxaltepetl, que también dependían de la economía generada por la hidroeléctrica Necaxa, resultaron afectados por su cierre y desde entonces comparten con sus vecinos la incertidumbre del futuro ante la doble tragedia: la del cerro y la de Luz y Fuerza.
Mientras, los más viejos recuerdan que así, de esa misma manera, fue como se fundó su comunidad: “con una orden del gobierno de desalojo y ahora le tocó a la gente de Nuevo Necaxa ser desalojada de sus fuentes de trabajo".










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