martes, 23 de noviembre de 2010

Panorama Laboral

22-11-2010
Juan Guzmán G.
quadratin

Como los ladrones que se ocultan para cometer sus fechorías y tienen de cómplice el sigilo, dos dictadores gremiales realizaron en días pasados, emboscados, sendos congresos de sus muy suyos sindicatos donde la democracia que presumen brilló fulgurante por su ausencia.
Por un lado, el propietario por herencia que jamás por elección del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), Víctor Fuentes del Villar simuló a mediados de este mes un congreso que en épocas de su tío Leonardo Rodríguez Alcaine, dueño hasta que murió de esa organización, realizaba a nivel nacional. Ahora su sobrino los hace restringidos, regionales.

 A su vez, Fernando Espino Arévalo, dando una muestra más de su insaciable avaricia, decidió el pasado jueves 18 reelegirse por enésima vez como ”secretario general” del Sindicato (dizque) Nacional de Trabajadores del Sistema de Transporte Colectivo (Metro) en unas elecciones de pantomima que a cualquiera mueven a la risa si no fuera por la desgracia a que se condena a los 12 mil empleados con tal hecho vergonzante.
En el caso del SUTERM, violando los estatutos, Fuentes del Villar, quien realiza millonarios negocios con Banorte en forma discreta y amparado en la impunidad que le brinda la opacidad, organizó una reunión de incondicionales que él llamó ”congreso” donde hizo como que quiso entregar un informe de lo que se ha embol... bueno, de lo que ha gastado.
Durante los poco más de 20 años que duró su tío conocido también como ”La Güera Rodríguez” (Alcaine) exprimiendo a los electricistas, por lo menos este realizaba congresos a nivel nacional e incluso se daba el lujo de invitar a representantes de algunos medios de información masiva.
Es obvio que Víctor prefiere esconderse del escrutinio público para evitar ser cuestionado, no únicamente sobre su fortuna multimillonaria acumulada a la sombra de la corrupción, sino por su denigrante papel de esquirol al servicio de un gobierno reaccionario y antilaboral que ha violentado la Ley en perjuicio de los 45 mil trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas.
Del señor Espino Arévalo, que se ostenta como ”ingeniero” y ”diputado federal” sin haber sido electo en las urnas, se puede agregar que, de acuerdo a su ”viril” costumbre, decidió reformar los estatutos -otra vez- para limitar de cuatro a dos años el periodo de su guiñol Jesús Pereznegrón Pereznegrón quien desde 2008 le servía de pantalla como ”secretario general” en su negocio sindical.
No hubo planilla opositora, claro, porque quienes pretendan enfrentar al dictador están obligados estatutariamente a presentar el número de expediente, nombre y firma del 25 por ciento del total de los trabajadores que los apoyen en su irreverente intención de destituir al tirano. Dada la situación de creciente desempleo, nadie quiere arriesgarse ¿o sí?
Esta es la democracia sindical que priva en el medio laboral. Todavía sería justificable una reelección si quien la busca y la impone dan muestras de haber logrado mejorar las conquistas de sus representados y no de irlas perdiendo a cambio de colocar a incondicionales en la administración, como el caso del Sindicato del Metro que ya lleva poco más de 30 años de estar tiranizado por Espino y compañía.
TIEMPO EXTRA
El pasado 19 de noviembre concluyó el Congreso Nacional Ordinario del Sindicato de Trabajadores del INFONAVIT que eligió, para un periodo de cuatro años más a partir del 12 de enero próximo, a Rafael Rivapalacio Pontones que a diferencia de otros dirigentes y sin tantos aspavientos ni protagonismos mediáticos, mantiene vigente un Contrato Colectivo de Trabajo vanguardista por las prestaciones que disfrutan sus poco más de 2 mil 500 agremiados. Además, dicha organización ha sido capaz de abrir, aunque apretadamente, algunos espacios laborales a pesar de la grave situación económica por la que atraviesa nuestro país... Todos los que nos dedicamos a este oficio de periodismo estamos expuestos a los errores. En Panorama Laboral de la semana pasada cometí uno y nombré a Luis Ángel Romo Lazo como secretario general de la Federación Nacional de Sindicatos Bancarios (FENASIB) cuando él es en realidad dirigente del Sindicato de BANRURAL. El nombre correcto es José Carlos Torres García también dueño del Sindicato de BANORTE. Ofrezco humildemente mis disculpas por la equivocación en los nombres que en nada cambian la opinión de que la FENASIB se encuentra en la inopia total y ha dejado en el abandono y la desesperanza a sus miles de agremiados debido a la incapacidad e indolencia de Torres García... El 20 de noviembre sirvió para que el ejército, en su obligado desfile nos mostrará su poderío en caso de que alguien por ahí pretenda hacer cumplir la sentencia de ”que no hay mal que dure cien años”.