México SA-Carlos Fernández-Vega
Qué raro: la realidad no embona con el discurso triunfalista del calderonato ni coincide con las nutridas autoalabanzas del gobierno en turno, puesto que el resultado concreto de la sólida” economía mexicana, las “políticas adecuadas” y el “rumbo correcto” han posicionado a la economía mexicana en los últimos lugares latinoamericanos. De hecho, el poderoso “navío de gran calado” (Calderón dixit) habrá “crecido 1.7 por ciento” como promedio anual en el sexenio de “para vivir mejor”, el peor resultado en los últimos 24 años.
Con Calderón la economía mexicana “creció” aun menos que durante el foxiato, lo que ya es mucho decir. El negro resultado que arroja el actual inquilino de Los Pinos sólo es superado por el desastroso balance sexenal de Miguel de la Madrid, iniciador del modelo depredador impuesto al país, que se ha prolongado tres décadas, con los espeluznantes resultados sociales por todos padecidos. Así, en el contexto latinoamericano México ocupa los últimos escalones en comportamiento económico, pero los primeros en desigualdad y marginación. Un éxito redondo, que demuestra que el país “va por el rumbo correcto”, de acuerdo con los pronunciamientos de los últimos cinco gerentes instalados en la residencia oficial.
De acuerdo con la Cepal (que ayer divulgó su Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe), en 2011 la economía mexicana se ubicó en el escalón número 14 en el contexto regional, de 20 peldaños posibles. Para 2012, el pronóstico es que descienda a la posición número 15. Durante el presente año, la “sólida” economía nacional reporta, de nueva cuenta, un resultado menor al promedio latinoamericano (3.8 contra 4.3 por ciento, respectivamente) y al centroamericano (4.1 por ciento). Su “poderío” se asemeja al mostrado por las economías de Paraguay y Costa Rica. Para no ir más lejos, Nicaragua y Haití registraron mayor tasa de avance que México (4.5 por ciento, en cada caso). Para 2012 el panorama es un poco más sombrío: de acuerdo con la estimación de la Cepal, la economía mexicana crecería 3.3 por ciento, contra 3.7 por ciento del promedio latinoamericano. Haití y Nicaragua reportarían un avance de 8 y 3.5 por ciento, respectivamente.
Así, con la más reciente estimación de la Cepal, toma forma el resultado de la exitosísima política económica del calderonato (la misma que defiende Ernesto Cordero y está dispuesto a “debatir” con los precandidatos que se animen a destrozarlo): 1.7 por ciento de “crecimiento” como promedio anual, el peor de América Latina en los últimos seis años, con lo que sin duda alguna los mexicanos lograron “vivir mejor”.
Por lo que toca al panorama regional, la Cepal reporta que durante 2011 se desaceleró el crecimiento. El avance económico de 4.3 por ciento estimado para el año implicaría un aumento del producto per cápita de 3.2 por ciento. Sin embargo, al igual que en años anteriores, los resultados han sido desiguales entre las subregiones, dado que en conjunto los países sudamericanos crecieron 4.6 por ciento, mientras las economías de Centroamérica se expandieron 4.1 y los países caribeños tan sólo 0.7.
En términos generales, durante la primera parte del año el contexto externo siguió siendo propicio para las economías de América Latina y el Caribe. La elevada demanda de bienes de exportación de la región influyó positivamente en los volúmenes exportados, y el aumento de los precios internacionales de esos productos permitió una nueva mejora de los términos de intercambio. A esto se sumó una abundante liquidez en los mercados mundiales y una percepción favorable de éstos en cuanto a las perspectivas económicas y financieras de muchos países de la región, lo que facilitó el acceso al financiamiento externo en condiciones relativamente ventajosas.
Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, al presentar ayer el informe anual de la Cepal con los resultados del balance preliminar de las economías de región de 2011, en la sede del organismo en Santiago, ChileFoto Xinhua
Los países latinoamericanos enfrentaron una serie de retos, según sus características estructurales. Los diferenciales de tasas de interés entre la región y las economías desarrolladas, tradicionalmente percibidas de bajo riesgo, las buenas perspectivas de crecimiento de los países de América Latina y la percepción de riesgos limitados estimularon en gran medida las entradas de capital, tanto en forma de inversión extranjera directa como de inversión de cartera. Esto contribuyó a que, durante la primera fase del año la región viviera –con sensibles diferencias respecto a su magnitud– intensas presiones de apreciación cambiaria, lo que afectó la competitividad de actividades transables diferentes a la producción basada en bienes básicos.
Por otra parte, de manera similar a lo ocurrido en 2008, los precios internacionales de muchos productos básicos, como alimentos, minerales y metales e hidrocarburos, subieron de manera notoria, principalmente como consecuencia de una dinámica demanda global impulsada por varias economías asiáticas. Esta evolución, si bien favoreció las cuentas externas de los países exportadores de estos bienes, también contribuyó a un alza de los precios al consumidor, sobre todo en la comercialización de estos mismos productos o de aquellos para los que sirven de insumos. Sin embargo, en un contexto de una demanda dinámica interna, los precios de otros productos, cuya evolución se representa en la inflación subyacente, también subieron gradualmente, si bien con incrementos claramente por debajo de los productos del primer grupo.
A partir de mediados del presente año, los mercados mostraron una creciente incertidumbre respecto a la evolución de la economía mundial, relacionada sobre todo con las crisis de deuda de algunos países de la Eurozona y, en menor grado, con el modesto crecimiento y el manejo macroeconómico de la economía estadunidense, así como con las dudas sobre la capacidad de las economías asiáticas de poder compensar la ralentización del crecimiento en esas regiones. Para 2012 se prevé un entorno externo caracterizado por un menor crecimiento económico de la economía mundial y una elevada incertidumbre y volatilidad en los mercados financieros. En este marco se proyecta un crecimiento regional del 3.7 por ciento, lo que implica una nueva desaceleración, pero sin que la región vuelva a caer en una crisis económica.
Las rebanadas del pastel
Si México tuviera un gobierno medianamente civilizado, Juan José Suárez Coppel hubiera mordido el polvo desde que se conoció la oscura transacción financiera que, por la libre, armó con el grupo Sacyr Vallehermoso. Ahora que Repsol alegremente pateó el trasero del director de Pemex, mientras Sacyr hacía lo propio, se presenta una excelente oportunidad para renovar el mando en la primera empresa del país. Pero como no existe un gobierno medianamente civilizado, allí seguirá.
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