lunes, 18 de marzo de 2013

La mano negra de Romero Deschamps


De ayudante a líder petrolero millonario

La mano negra de Romero Deschamps

Los agentes de la policía política de México no perdonaban ni a los de su misma estirpe. Un expediente de la Dirección Federal de Seguridad muestra el seguimiento realizado al entonces joven Carlos Romero Deschamps.Durante años registraron e informaron sobre los pormenores de la vida personal y pública del dirigente del gremio de trabajadores petroleros.
En los cientos de hojas del expediente secreto sobre Romero Deschamps se construye cada día la historia real de cómo este joven ayudante se convirtió en un hombre cuya riqueza es similar a las de los millonarios petroleros: relojes de oro, yates, mansiones, autos de colección. Todo al alcance del dinero sindical.

Los órganos de inteligencia dejaron las huellas de la manera en que este tamaulipeco, heredero y traidor de La Quinafue construyendo un imperio gracias al petróleo, haciendo uso de su mano negra: venta de plazas, desvío de fondos sindicales para campañas políticas, robo de combustible en pipas de doble fondo, secuestro, amenazas… Éste es el esbozo apenas de un apocado chofer que al cabo de los años se convirtió en un petrolero millonario.

.Por Rafael Cabrera 
Fotografías: Cuartoscuro

Carlos Romero Deschamps posee el mejor atributo, el que lo hace inmune a la fiscalización de su impenetrable poder político y financiero: sigue en las filas del PRI. Hace unos meses cumplió sus bodas de oro (50 años) con su partido de siempre, el mismo que en los años setenta usó a sus aparatos de inteligencia para espiarlo y registrar cada uno de los actos de quien en ese momento no era más que un aspirante a lo que hoy es: el intocable y millonario líder de los trabajadores petroleros del país.
Los agentes de inteligencia, particularmente los de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), reportaron cotidianamente el proceso mediante el cual este apocado chofer y ayudante dejaba de ser tal y acumulaba influencia y dinero, siempre bajo la mirada cuidadosa de su entonces padrino Joaquín Hernández Galicia, La Quina, a quien después traicionaría para hacerse del control absoluto del sindicato de trabajadores de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Desde entonces, nada le hace mella. En el sindicato petrolero ha envejecido y se ha enriquecido. Las numerosas acusaciones de corrupción no han representado ninguna amenaza seria. Ni la caída del priismo en el año 2000 ni el caso Pemexgate, investigado por los gobiernos del PAN, lograron perturbar el cuartel del sindicato petrolero, desde cuyas oficinas ordena y mueve todo lo que tenga que ver con la industria del petróleo en México.
Los detalles de cómo ha ido edificando su poder aparecen en los reportes de los aparatos de inteligencia. Basta hojear el expediente de Carlos Romero Deschamps que se encuentra en el Archivo General de la Nación (AGN) para adentrarse en la historia de cómo fue armando su fortuna política y financiera: venta de plazas, desvío de fondos sindicales para campañas políticas, robo de combustible en pipas de doble fondo, secuestro, amenazas…
Ninguno de los gobiernos en los últimos 20 años puede alegar ignorancia. De todo eso hay constancia en los expedientes armados por la Federal de Seguridad.

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De un joven que conducía el auto y cargaba las maletas de La Quina, ahora es un hombre que recibió de Pemex mil 408 millones de pesos por cuotas sindicales y apoyos en sólo tres años (2005-2007).
Su expediente en el AGN y una cantidad amplia de trabajos periodísticos muestran que al menos una parte de esos recursos han servido para que Romero Deschamps se entregue a una vida más parecida a la de un empresario petrolero árabe que a un trabajador común y corriente.
Usa un reloj Audemars Piguet, de oro de 18 kilates, que gusta exhibir cuando va apostar a Las Vegas, tiene un yate de 1.5 millones de dólares llamado El Indomable, y un lujoso departamento en Residencial del Mar, una exclusiva zona de Cancún.
Nada extraño para quien demuestra su afecto paterno con un regalo de excepción: el líder petrolero le obsequió a su hijo José Carlos Romero Durán un automóvil Enzo Ferrari con un costo aproximado de 25 millones de pesos.
Romero Durán no podrá quejarse del vehículo, que conduce por las calles de Miami: es de edición limitada y sólo existen en el mundo 399 unidades. No es fácil comprarlo: además de tener los recursos para comprarlo, se debe poseer un par más de Ferrari y someterse a una sofisticada prueba de manejo.
Por eso, sólo gente como el hijo de Romero Deschamps, músicos como 50 Cent, Eric Clapton, actores como Nicolas Cage y petromillonarios como AlSaas Al-Sabah, miembro de la familia real kuwaití, y el jeque Hamad Al Khalifa (príncipe heredero de Bahrein), poseen uno de estos automóviles.

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La Dirección Federal de Seguridad (DFS), la policía secreta que operó hasta 1985, y la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales, de la Secretaría de Gobernación, registraron todos sus movimientos, reuniones y acuerdos.
Aunque fuera un hombre del sistema, nunca dejaron de vigilarlo. Así lo demuestran las más de 280 páginas en los dos tomos que conforman su expediente público disponible en el AGN.
No sólo quedó constancia de su perfil político. Su ámbito familiar también fue registrado. Por ejemplo, que nació el 17 de enero de 1944. Tamaulipeco igual que Joaquín Hernández Galicia, La Quina, quien lo adoptó como su hijo. Veintidós años los separan.
La historia de Romero Deschamps no se puede comprender sin entender la de su mentor. Cuando el hoy senador de la República tenía 20 años conoció a La Quina y éste lo convirtió en su chofer. También era su cargador de maletas, su ayudante personal.
Poco después pasó a ser su mano derecha, su asesor y uno de los negociadores de los contratos colectivos con la dirección de Pemex. Algo vio La Quina en él que lo convirtió en su hombre.
“Era abonero en Tampico, me lo presentó su primo. Fue mi chofer y me cargaba el portafolio. Me hacía mis escritos y cada rato me llevaba porras a donde quiera para quedar bien conmigo. Como era de Tamaulipas, le agarramos mucha confianza. Lo llegamos a considerar como de la familia”, narró Hernández Galicia a emeequis en 2008 (edición 123).
En las fichas de la DFS también quedó registro de su matrimonio con Blanca Rosa Durán y el nacimiento de sus primeros dos hijos, José Carlos y Alejandro. De su pasado en Tamaulipas se sabe que estudió la primaria y la secundaria en la escuela Guadalupe Victoria entre 1949 y 1958.
Después estudió contaduría en una escuela que sólo se conoce como “Eficiente”, de donde egresó en 1961. Años después vendría el nacimiento de Paulina, la consentida de Romero Deschamps.
La joven mostró que también gusta de lo bueno. En 2012 el diario Reforma publicó fotos del perfil de Paulina Romero en Facebook, en las que se le veía feliz: volaba en jet privado y viajaba por Rusia y Medio Oriente.
Las imágenes también mostraban sus “bolsas del Superama”, como las llama: un modelo Birkin de Hermes, con un costo aproximado de 12 mil dólares; también se vanagloriaba de que bebía vino Vega Sicilia, de a 10 mil pesos la botella.
Pero Paulina no viajaba sola. Lo hacía acompañada de sus tres bulldogs ingleses (Keiko, Boli y Morgancita), mascotas con trato VIP.
Una serie de lujos nada acordes con el salario que, de manera oficial, recibe Romero Deschamps de Pemex, donde está registrado como trabajador de nivel 28 en el tabulador y al que le corresponde un salario de 24 mil 633 pesos mensuales.
Con este episodio, Romero Deschamps, siempre reacio a los medios, vivió en carne propia cómo la vida privada de su familia se convirtió en una bomba de indignación pública.
Nada cambió con el conocimiento público del tren de vida de él y su familia. En la Cámara de Diputados, las bancadas del PRI y su aliado, el Partido Verde, bloquearon un intento para investigar su fortuna.
Y más aún, el mismo Enrique Peña Nieto, en plena campaña presidencial, lo respaldó: “Es un dirigente que ha trabajado y que tiene el respeto de su gremio…”, se limitó a decir sin decir nada en realidad.
No hubo ni una condena, ni una crítica.

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La década de los setenta es clave para comprender cómo se fue gestando este personaje aún intocable de la política mexicana.
Aunque los documentos de la DFS sobre sus actividades comenzaron a registrarse desde agosto de 1972, los que datan de 1977 lo ubican ya como integrante del Comité Ejecutivo Nacional del Sindicato. Específicamente como secretario de Asuntos Técnicos y Legales. Tenía 33 años y participaba en mesas de negociación del contrato colectivo con la dirección de Pemex, a la cual amagaban con huelga, y que en aquel entonces se encontraba a cargo de Jorge Díaz Serrano, quien, al paso de los años, sería enjuiciado por un fraude 35 millones de dólares en contra de la paraestatal.
Díaz Serrano sería uno de los tantos directivos, priistas y panistas, que Romero Deschamps ha visto caer, o llegar e irse con la promesa incumplida de “reformar” Pemex, mientras él permanece incólume en el sindicato.
Ese mismo año comenzó su campaña para convertirse en líder de la sección sindical 35, en Azcapotzalco. Ahí lo impuso La Quina para retomar el control, pues había perdido la confianza en el líder de entonces, Héctor Martínez González.
El 22 de noviembre del mismo año, Romero Deschamps se convirtió en el líder de la Sección 35, en una asamblea integrada por más de mil 200 trabajadores sindicalizados de Pemex, que se realizó en la zona de Clavería, del DF. La planilla encabezada por el político tamaulipeco fue respaldada por cinco organizaciones internas de trabajadores.
Sin embargo, su llegada a la sección sindical no fue tersa. Fue la primera vez que las acusaciones de corrupción que han marcado su carrera fueron registradas por el gobierno mexicano: grupos opositores lo acusaron de usar dinero del sindicato en prendas de vestir, en dos carabinas y una pistola, y que su chofer sacaba material de la Refinería 18 de Marzo para arreglar su casa.
Los señalamientos no pararon ahí: también lo acusaron de haber desaparecido la escritura de un terreno propiedad del sindicato en Tula, Hidalgo, y la factura de un camión de Pemex.
No hay registro de una investigación al respecto, pero la respuesta de Romero Deschamps no se hizo esperar: no sólo fue nombrado como dirigente en sustitución de Martínez González, sino que éste fue acusado de desfalco por 12 millones de pesos pertenecientes a la Sección 35.
En junio de ese mismo año la sección sindical acordó denunciarlo ante la Procuraduría del DF, aunque no se sabe si la acusación judicial fue presentada. La mano dura del tamaulipeco se dejó sentir.
En diciembre de 1978, una asamblea de la Sección 35, que encabezaba Romero Deschamps, fue reventada por una golpiza organizada por sus opositores. El político acudiría a La Quina a pedir su intervención y, desde su poder, Hernández Galicia tranquilizó todo.

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El de 1979 fue el año en que todo cambió para él. A sus 35 años, era afortunado. No sólo había ingresado con el pie derecho al sindicato gracias a La Quina, sino que ese mismo año dio el salto de ser un político sindical a uno con fuero. Ese año competiría por (y ganaría) su primera diputación federal bajo las siglas del PRI.
Sería su primera vez, de muchas, como legislador: fue diputado federal en los periodos 1979-1982, 1991-1994 y 2000 a 2003, mientras que tuvo el cargo de senador de 1997 a 2000. Actualmente vive su quinto encargo como legislador en el Senado, donde permanecerá hasta 2018,mismo año en que su dirigencia al frente del gremio petrolero se renovará, sin duda.
En mayo de 79, un grupo de trabajadores de la Sección 35 se presentó en la procuraduría del DF a dar información sobre su labor en Pemex. Ahí lo acusaron de vender plazas.
El reporte de la DFS dice: “Los trabajadores de la Sección 35 de Pemex, como los vecinos del 28 distrito electoral, no están de acuerdo con la designación de Carlos Antonio Romero Deschamps como candidato del PRI a diputado federal por este distrito, ya que la trayectoria de esta persona ha sido dudosa, pues se ha dedicado a traficar con las plazas de Pemex”.
El mismo documento agrega: “Romero Deschamps ha dado uso indebido a los fondos recaudados por dicha sección y por la poca popularidad de que goza entre los habitantes del citado Distrito, (los ha) presionado mediante amenazas de agresiones físicas para que voten a su favor”.
Romero Deschamps ganó con ventaja en una época en que el PRI era el partido hegemónico.
El lunes 2 de julio, entre los trabajadores de la Sección 35 comenzó a circular un volante contra el triunfo de Romero Deschamps. Era un texto punzante, crítico, sobre el priista.
La DFS lo conservó íntegro. No tiene autor, los creadores sólo se identifican como trabajadores que temen represalias. Dice hacia el final:
“Diputado de la probeta. Eres producto del laboratorio del PRI, ganó el Partido Revolucionario Institucional, no ganó tu persona… Eres el hombre de la triste figura, rey de la mentira, de la imposición, sostenido por un grupito… Eres ratero… Claro no te pasará nada, ya tienes fuero…”, se puede leer aún en la hoja escrita a máquina de escribir.
Días antes de la elección, fiel a su estilo, Romero Deschamps declaró a un diario capitalino: “Con o sin votos, seré diputado priista”. Y lo fue.
Hacia finales de ese año aparecería una nueva acusación en su contra en los archivos de la DFS: él y otros empleados de Pemex fueron señalados de robar combustible por medio de pipas de doble fondo, en la refinería de Azcapotzalco.

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Para 1984, la suerte de Hernández Galicia estaba echada. El gobierno llegó al convencimiento de que La Quina representaba un riesgo institucional de alta consideración. Aquel lunes 30 de enero, casi cinco años antes de que fuera encarcelado, comenzó a correr el destino del líder histórico, espiritual, del sindicato petrolero.
Un análisis de la DFS decía: “La cuantiosa fortuna de que dispone y el manejo de otros recursos económicos, le permiten mantener un ejército privado, comprar armas, poder y conciencias de muchas gentes, para perdurar en el control del sindicato… En caso de que sigan afectándose sus intereses, en un determinado momento podría enfrentarse al C. Presidente de la República y al Gobierno federal…”.
No importaba que fuera parte del PRI. Eso lo hacía más grave: la amenaza estaba en casa. Su poder financiero y político lo acabarían hundiendo.
Días antes de que se escribiera el informe sobre el peligro potencial que representaba, la extinta Secretaría de Programación y Presupuesto emitió un acuerdo cuyo destinatario único era el sindicato: ningún tercero pudiera participar en obras por administración directa del gobierno. Eso significaba que el sindicato petrolero no obtendría contratos extra de parte de Pemex. Los focos rojos en el gobierno se prendieron ante el posible boicot de los petroleros.
El autor del acuerdo fue el titular de la SPP, Carlos Salinas de Gortari, quien cinco años después sería presidente y estaría ejecutando el golpe político que se conocería como El Quinazo. Desde entonces, Hernández Galicia estaba en su mira.
A inicios de 1989, semanas después de que el presidente Carlos Salinas de Gortari tomó protesta de su nuevo cargo, La Quina fue detenido por almacenamiento de armas exclusivas del ejército –él siempre dijo que se las “sembraron”– y pasó nueve años en prisión.
Tras un breve liderazgo de Sebastián Guzmán Cabrera, Romero Deschamps se alzó como el líder definitivo del sindicato, de donde nadie ha podido sustituirlo tras cuatro elecciones “unánimes y democráticas”, como se llama a las asambleas en las que todos los sindicalizados asistentes votan a mano alzada ante la mirada severa de su líder.
En 2008, La Quina diría a emeequis que Deschamps “vendió” su cabeza a Salinas de Gortari. La relación mentor-protegido acabó en parricidio.
“Me arrepiento de haberlo apoyado. Escogí al más traidor de todos los líderes. No líder porque ni a eso llega. Me voy arrepentir toda la vida por todas las cochinadas que ha hecho con Salinas, Zedillo, Fox y ahora con Calderón. Ha robado como cinco Pemexgates, aseguró La Quina casi 20 años después de su detención.

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Después de que el PRI perdió la elección del año 2000 y de que el candidato ganador, el panista Vicente Fox, hiciera la promesa de que limpiaría al gobierno de “víboras y tepocatas”, varios analistas políticos pronosticaron que Romero Deschamps sería neutralizado.
En ese momento pesaba de manera determinante su involucramiento en Pemexgate, mediante el cual el sindicato desvió 500 millones de pesos provenientes de Pemex a la campaña presidencial del priista Francisco Labastida, por lo que el IFE multó al PRI con mil millones de pesos, la sanción electoral más alta en la historia de México.
La PGR inició una investigación en su contra. No pasaría nada, en realidad. Romero Deschamps consiguió un amparo que lo protegió de cualquier intento de llevarlo a la cárcel y la bancada del PRI en el Congreso lo protegió sistemáticamente para evitar que fuera sometido a desafuero.
La causa penal 106/2003 se desarrolló durante 10 años en el Juzgado Décimo Tercero de Distrito en el Reclusorio Sur, pero la PGR “olvidó” el caso y el 2 de agosto de 2011 el juez declaró que el delito había preescrito. Nadie pisó la cárcel por el Pemexgate.
Un año después, Romero Deschamps fue impulsado por el PRI para ser senador por la vía plurinominal. Desde ahí, hace unas semanas, vio caer a su homóloga líder de los maestros: Elba Esther Gordillo.
Le preguntaron que si temía correr la misma suerte. “Tan tranquilos estamos que no falta la gasolina ni ha faltado nunca. Nuestro gremio está tranquilo…”, dijo una semana después de la detención de Elba Esther.
Y vaya que está tranquilo. Sólo entre 2005 y 2007 la paraestatal transfirió al sindicato mil 408 millones de pesos por cuotas de los trabajadores y aportaciones de la empresa al sindicato.
Las transferencias incluyeron, por ejemplo, 23 millones de pesos para el desfile del 1 de mayo de 2006 y 26 millones más para el desfile del 2007. Y a eso habrá que sumar otros 13 millones de pesos anuales para festejar la expropiación petrolera, como ocurrirá este día.
Después vendrían los espaldarazos. Primero el líder del PRI en el Senado, Emilio Gamboa, aseguró que no había ninguna investigación en contra del líder petrolero y que éste podía estar tranquilo.
Y apenas esta semana fue reconocido formalmente por la Secretaría del Trabajo como el líder del sindicato petrolero, desconociendo así los alegatos legales del opositor Jorge Hernández, quien aseguró tener los votos necesarios de las 36 secciones sindicales.

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De nada sirven las cientos de hojas de los archivos del espionaje político, de nada las acusaciones y las investigaciones periodísticas sobre sus abusos, sus derroches y sus excesos en el sindicato petrolero.
Romero Deschamps sabe que ya cayó Elba Esther y es difícil que haya un segundo sacrificado. Así que, por el momento, puede estar tranquilo y seguir metiendo mano negra en todo lo que le interese.

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