08/Mayo/2011/13:18:07 El silencio habla, la indiferencia mata… Y no quiero decir con esto que el que calla otorga, sino queremos que el silencio más que nuestra voz se escuche, que brame en los oídos de ‘esos’ que han secuestrado nuestra libertad y derecho a respirar tranquilidad. Y no es fácil apaciguar los sentimientos -no desangrar el alma ni verterla como jarro de café caliente sobre aquel que ha desoído el clamor popular; ahogar el sentimiento, matarlo, tragarse el grito y hacerse nudo en la garganta-, no es fácil, muy pocos tenemos la gracia. Por: OSVALDO CORTES OJEDA radio expresión |
Ya tantas veces se ha gritado y desoído, ya tantas veces se ha exclamado y omitido. Marisela gritó: ‘Queremos justicia señor presidente’, ¿la mataron y fue silenciada?; Susana exigió ‘Ni una más’, ¿la mataron y fue silenciada? (Voz en eco: l@s muert@s viven cuando l@s recordamos.) Al reverso, sus voces hoy siguen como eco taladrando muros, piedras, conciencias. Y no sólo sus voces sino las de los muertos en esta guerra estúpida: las de nuestros niños, las de nuestras niñas, las de nuestros jóvenes, las de nuestras mujeres, las de nuestros hombres. Esas voces no tienen que morir en el olvido, en el desierto, el campo o la ciudad, más que nunca se deben escuchar.
El silencio tiene que ser sepulcral, profundo como las heridas que le han hecho al pueblo. Que el silencio hable por nosotros, que nuestros ojos expulsen las flamas ¡solamente la voz de los 40 mil muertos se escuchará!
Tendrán que convertirse en grandes fisonomistas, ya escucharon muchas voces en un solo grito o consigna, ahora tendrán que leer en nuestros rostros -no uno-, sino miles de mensajes, peticiones, mentadas. Y verán rostros de piedra, de lija, de cementerio, de ninfas; ojos llorosos, ojos hastiados, ojos rabiosos, ojos de fuego; barbillas trémulas, partidas, duras… de madres coraje, de huérfanos, de deudos, de muertos vivientes. Y también leerán: ‘Ya basta’, ‘No más sangre’, ‘Justicia’, ‘Ni un@ más’, ‘Estamos hasta la madre’… Y sí: ¡Estamos hasta la madre!
Ellos dicen que tienen la fuerza, la razón y la ley; nosotros -a su fuerza, razón y ley-, atacamos con silencio avasallador, con poesía que va del ojo y oído a las arterias, teatro que sacude la mente… arte vuelto protesta: ‘No más sangre sino versos, no más balas sino danza’, sin hablar diremos mucho.
Es tiempo de recuperar la memoria, no para virar atrás y encender rencores, sino para que los agravios consumados por todos estos mercenarios, mercaderes y raptores, nos pinchen y motiven a actuar, exigir, organizarnos. Nuestra casa y nuestro pueblo serán las trincheras, y los soldados nuestros hijos; nuestras armas: la educación, la cultura, la información, las letras, los libros, el orgullo, la decencia, la integridad, los valores y demás núcleos que nos ha devorado la vorágine y el sistema.
Nuestro silencio no tiene que ser silenciado ni la poesía tiene que ser acallada. Silenciemos sí a los que han pretendido silenciarnos y desinformarnos, a ellos sí bajémosles el volumen o cambiémosle de frecuencia.
Hoy el mundo está más que necesitado de la poesía, la danza, el teatro, el canto, las letras, la palabra, la discusión; démonos un respiro y démosles ese alimento a los que han sido manipulados, privados e intentado ser olvidados (que somos casi la mayoría). Hablemos, alcemos la voz, porque toda vez que tengamos que decir y herir con el silencio… lo haremos.
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