miércoles, 8 de enero de 2014

Baja en tarifas eléctricas: prometer no empobrece

El gobierno federal prometió que las tarifas eléctricas disminuirían con la aprobación de la reforma energética, pero no aclaró cuándo se cumpliría esta promesa y cómo espera hacerla realidad.
Escrito por  en enero 7, 2014
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Foto: Reuters.En las redes sociales circulan protestas de usuarios del servicio eléctrico para uso doméstico que muestran recibos de luz cuyas tarifas aumentaron, como prueba de que el gobierno les mintió, cuando el discurso oficial con respecto a la reforma en materia de electricidad se basó fundamentalmente en que las tarifas de energía eléctrica en los hogares bajarían.
El gobierno federal prometió que las tarifas eléctricas disminuirían con la aprobación de la reforma energética por parte del Congreso de la Unión, pero no aclaró la fecha en que se podía esperar el cumplimiento de su promesa y cómo espera hacerla realidad porque, en general, la aplicación de los cambios en el sector dependerán de la ley reglamentaria de la industria eléctrica, es decir, la letra pequeña que definirá el contenido de esa transformación.

En su propio lenguaje, el gobierno federal afirma tener identificadas las áreas de oportunidad de cada segmento de la industria eléctrica nacional para incrementar y distribuir eficiencias, y lograr ahorros en el sector que le permitan reducir costos y mejorar la productividad a fin de restaurar las finanzas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), muy debilitadas. Se supone que con la reforma energética logrará sus objetivos.
Asimismo, a futuro, contempla eliminar el subsidio al consumo de energía doméstico, que a la fecha es de 42%. Así que la pregunta obligada es: ¿De dónde se obtendrán los recursos para la supuesta baja de las tarifas para los usuarios del servicio eléctrico, tanto doméstico como industrial?
Por las declaraciones y documentos publicados, en los que el lenguaje pomposo y a veces sesudo de la alta burocracia deja entrever que la apuesta es por bajar los costos en la producción y la distribución. Es decir, en el supuesto que baje el precio de gas natural que se usa para producir electricidad con lo que, a largo plazo, se podría lograr –afirman los funcionarios– una reducción de las tarifas eléctricas.
Ahora, para que las tarifas eléctricas disminuyan tendrían que conjuntarse tres factores:
  1. Que concluya la construcción del ducto que permitirá importar gas natural de Estados Unidos, donde prevalecen los precios más bajos del mundo
  2. Que aumente la producción de gas natural en México
  3. Que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público modifique la estructura tarifaria, porque si bien el gas natural es el combustible que más se utiliza para la generación de electricidad, no es el único.
El país necesita desarrollar su propia red de gasoductos para asegurar que el gas llegue a todo el mercado, ya que actualmente solo la mitad del territorio nacional dispone de ese recurso. La CFE planea disminuir los costos de generación, estableciendo una red de 16 nuevos gasoductos en los próximos cuatro años, cuya inversión estaría cargo de empresas privadas, a través de contratos de transporte.
Más de la mitad de la energía que se consume en México proviene de plantas que utilizan gas natural como insumo, propiedad de la CFE y de productores privados que venden la energía a la paraestatal.
Parte de los esfuerzos ahora, con la construcción de la etapa II del gasoducto Los Ramones –por cierto, a cargo de Pemex a falta de una oferta aceptable por parte de inversores privados–, es contar con la infraestructura de ductos en la frontera con Estados Unidos para la importación de gas barato
La escasez de gas natural ha afectado a la industria y a la competitividad de la economía mexicana, de allí se explica la apertura al capital privado nacional y extranjero, fruto de la reforma, para explorar y explotar sus reservas de gas shale en el norte del país para satisfacer la creciente demanda, además de atraer a inversionistas para aprovechar de los recursos de gas de lutitas.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) utiliza un factor de ajuste en función de la inflación para determinar las tarifas eléctricas, para los servicios doméstico, comercial e industrial, según las variaciones en los precios de los combustibles que se utilizan para la producción de electricidad como gas natural, combustóleo, diésel y carbón.
Aunque el costo del gas natural ha mostrado una tendencia a la baja en los últimos años, las tarifas eléctricas no han registrado ese comportamiento porque, a excepción de ese energético, la cotización del resto de los combustibles de la canasta de generación de la CFE se ha incrementado y las estimaciones indican que la tendencia alcista se mantendrá.
Por planes y estrategias la administración pública federal no para, y en lo que se refiere al rumbo de la industria eléctrica nacional, parece tener el control a fin de alentar la participación de empresarios, corporativos e inversores en el sector. Sin embargo, ahora, además de explicar por qué no se redujo la tarifa eléctrica de forma inmediata, como dio a entender, también deberá explicar su plan de eliminar los subsidios generalizados para sustituirlos por apoyos específicos a las clases con menores recursos económicos.

Aun así, la promesa gubernamental sobre la disminución de las tarifas quedará en un ejercicio de retórica si éstas registran un ligero decremento en el papel en cuanto se cumplan los requisitos de mayor producción de gas natural y un menor precio del combustible, pero el desembolso neto sea mayor, luego que se elimine el subsidio que ofrece el gobierno federal. Y entonces, nunca será más real el dicho: “prometer no empobrece”.

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