viernes, 3 de septiembre de 2010

¡Nos volvimos a inundar!

Francisco Peralta BureloOpinión
Publicado:  jueves 02 septiembre 2010
El “no nos volveremos a inundar” del 2007 no se ha cumplido. Tabasco se inundó en el 2008, y se ha inundado en el 2010.

Los tabasqueños hemos ido de una inundación a otra en estos tres últimos años. Ni nos libramos en el 2007 ni tampoco nos hemos librado en el 2008, en el 2009 y en el 2010, pese a que ya para entonces el “no nos veremos a inundar” era  no solamente una promesa gubernamental sino todo un plan de gobierno federal-estatal.

Ciertamente Tabasco siempre se había inundado (las inundaciones no comenzaron a darse en la entidad hace apenas cuatro años). No obstante lo que no había ocurrido año tras año  --como en este lapso--   es que cada una de ellas fuera catastrófica, dado que originara graves daños a los tabasqueños y a su economía.

Eso no había ocurrido antes con tal frecuencia. Se sabía, si, de grandes inundaciones en esquís años, una de ellas muy distante de la otra (las demás, con todo y ser recurrentes cíclicamente, habrían sido de menor gravedad). Ahora, sin embargo, las últimas, cuatro han tenido caracteres de catástrofe, sea por el cambio climático, por el azolve de ríos y lagunas, por los asentamientos en zonas de alto riesgo, por la falta de planeación, por no haberse realizado las obras hidráulicas necesarias, por irresponsabilidad de una autoridad o de otra, por lo que se guste y mande.

Inundación que tenemos en Tabasco es catastrófica. Así ha sido durante estos cuatro últimos años. ¿No son mayores, aún así, porque  --como dice la CONAGUA--  se hicieron las obras que protegen (aunque sean relativamente) a la entidad, o han alcanzado tal magnitud porque las autoridades encargadas de llevar a cabo el plan hídrico no han cumplido con su tarea o las presas hidráulicas no han operado pensando en el estado y en los tabasqueños).

Hoy ya parte de Tabasco está nuevamente inundado, con graves perjuicios para los tabasqueños y para la propia entidad. Empero los riesgos de una inundación mayor  --y de daños incalculables en todos sentidos para los moradores de estas tierras--  están latentes. Algún funcionario de CONAGUA diría hace pocos días que “lo peor está por venir”, lo que de ninguna manera es buen augurio para nadie, dado que una anegación de mayor envergadura nos pondría a todos en situación sumamente difícil.

Esta vez a ver cómo la libramos, con la bendición de Dios, pues ya poco es lo que se  puede hacer ante las lluvias y el desfogue de las presas, con costales por aquí, con remiendos por allá, yendo a albergues, moviendo animales, reguardando enseres, perdiendo cosechas, y vaya usted a saber cuánto más, que es todo lo que se puede hacer ya.

Salir no muy mal librados de ésta es lo más que podemos esperar ahora. No obstante habrá que esperar que en el 2011 no volvamos a ser víctimas los tabasqueños de la misma situación, ya no porque llueva tanto o porque las presas no desfoguen demasiado, sino porque se haga lo pertinente para que la próxima inundación no termine también en catástrofe estatal.
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