3 febrero 2013
A los 17 años, la vida le sonreía a Brenda Michelle. Era una buena estudiante de preparatoria, jugaba basquetbol, varios chicos la pretendían y soñaba con ser modelo.
Sin embargo, su vida dio un giro de 180 grados la tarde del 31 de mayo del 2012, por culpa de un registro eléctrico.
"Mi vida cambió totalmente, mis sueños se transformaron en otra cosa, mi vida, mi escuela; tenía un contrato de modelaje, ahora no me puedo poner ni una falda".
Brenda acababa de firmar con una agencia de modelos. Soñaba con modelar ropa casual y aparecer en revistas y pasarelas.
Ese día salió de la Universidad Insurgentes, en Artículo 123, acompañada de su abuela Yolanda. Atravesaron el Eje Central y caminaron sobre 16 de Septiembre rumbo al Zócalo. Al llegar casi al cruce con Isabel La Católica se detuvieron. Brenda se entretuvo mirando un aparador.
En unos segundos todo fue un caos, debido a una explosión.
Brenda y su abuela Yolanda fueron dos de las 12 personas que resultaron heridas por estallidos de mufa ese año, tan solo cuatro menos que en el 2011.
Ambas fueron llevadas a un hospital del ISSSTE. Luego, a petición de la CFE, que ofreció cubrir los gastos médicos, las cambiaron al Hospital San Ángel Inn, pero no hubo averiguación previa, no se certificaron las lesiones, ningún representante de la Procuraduría las buscó para tomarles declaración.
"La CFE nos ayudó al principio y después el señor Paulo Arturo López, quien era del jurídico, se escondió", comenta la abuela Yolanda.
Edwin Alaín Picazo, abogado de Brenda y su abuela, aseguró que ya presentaron una denuncia penal contra la Comisión Federal de Electricidad y la Secretaría de Protección Civil del DF.
Reforma
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