viernes, 15 de octubre de 2010

SME, un año después


José de Jesús Reyes Ruiz Bustamante
Viernes 15 de octubre de 2010
Esta semana se cumplió un año de la resolución del Ejecutivo federal con la cual se dio por terminadas las funciones de Luz y Fuerza del Centro, con el pretexto de que su sindicato, el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), resultaba muy costoso y que el gobierno federal no estaba en condiciones de seguirlo –según decían– subsidiando.

Hoy sabemos que las intenciones eran otras, y que detrás del cierre de LyFC estaban los intereses ocultos por entregar la fibra óptica en las manos de la compañía que intentan ganarse, es decir, de Televisa, cuya fuerza de frente al proceso electoral de 2012 les resulta de vital importancia.
Estos elementos tienen que ser escritos una y otra vez para que no pasen a ser parte del olvido que caracteriza a una gran mayoría de los mexicanos.
Quisiera aprovechar el tema, el de la desmemoria, para comentar y elogiar el caso de la editorialista del periódico El Universal, Katia de Artigues, quien además tiene su programa en la televisión de paga (claro no en Televisa ni Televisión Azteca) y quien siempre cierra su columna editorial con el nombre de uno de los niños fallecidos en la guardería ABC de Hermosillo, para quienes no ha habido justicia, no obstante que la lucha de las madres continúa hasta la fecha.
La frase que siempre usa es: el niño x, quien no debería haber muerto en los hechos que acontecieron hace ya más de un año, y de los que nadie es responsable.
Hechos como los de Pasta de Conchos, donde murieron 64 mineros sin que a nadie importara, veamos las diferencias diametrales de los esfuerzos realizados en Chile, con 34 mineros atrapados que están a punto de ser rescatados, después de dos meses en la oscuridad, para poder volver a ver de nuevo la luz del día.
Tampoco podemos permitirnos el lujo de olvidar a los niños que perecieron en la guardería ABC de Hermosillo, ni podemos olvidar a quienes quedan con vida y que han pasado todos los problemas habidos y por haber para conseguir una adecuada curación y rehabilitación.
De la misma manera, debemos ser solidarios con los mineros cesados en Cananea, pero no sólo los de allá, en tierras tan lejanas, también con los que fueron injustamente desocupados aquí en Sombrerete, tan sólo por el hecho de haberse atrevido a solicitar un trato más justo dentro de sus relaciones laborales con una empresa depredadora como lo es la compañía México y su grupo Peñoles.
Y qué decir con lo sucedido en Atenco, en donde toda una sociedad fue violentamente reprimida por las fuerzas estatales de Enrique Peña Nieto, y las federales de Vicente Fox, donde hubo al menos dos muertos, y violaciones multitudinarias de las mujeres durante su traslado a los centros donde serían injustamente recluidas, tampoco hubo culpables.
De no ser por la solidaridad, principalmente la internacional, de las organizaciones a favor de los derechos humanos, las víctimas encarceladas hubieran tenido que cumplir penas de más de 100 años de cárcel, como las que no se dan a los peores criminales.
Y esto sucede una y otra vez en nuestro país, pensemos en Mexicana de Aviación, compañía de gran importancia para nuestra nación y que sucumbió por los irregulares manejos financieros de un magnate, Gastón Azcárraga, a quien Vicente Fox le había entregado una empresa, que vuelvo a insistir, es de vital importancia para México, como pago porque su compañía hotelera Grupo Posadas, dueña de los hoteles Fiesta Inn y Fiesta Americana, había contribuido con la campaña del señor de las botas con hospedaje gratuito.
A nadie importó que el señor Azcárraga no demostrara la necesaria liquidez financiera para comprar la compañía, a nadie importó que él y su padre hubieran quebrado ya esta compañía en dos ocasiones, y que hubieran demostrado fehacientemente su incapacidad para manejarla en forma adecuada, de cualquier forma se les volvió a regresar a un precio ridículo (pagaron sólo 150 millones de dólares cuando su costo real era de 450) y ni siquiera lo pagaron durante la transacción, sino después de haber sido realizada la misma y gracias a la venta del edificio de Mexicana donde obtuvieron los recursos para pagar al Fobaproa la cantidad requerida.
A nadie importó que esta compañía concesionada por el gobierno mexicano moviera 42 por ciento del transporte aéreo de nuestro país, a nadie importó que cerca de 10 mil trabajadores de Mexicana se quedaran en la desprotección más absoluta, no sólo no les importó, sino que incluso se intentó culparles de algo de lo que eran inocentes, la misma historia con que nos quisieron engañar en el caso de Luz y Fuerza del Centro; a nadie importó la pérdida de miles de empleos indirectos que esta quiebra provocó; a nadie importó el desastre turístico de centros como Cancún, Puerto Vallarta, etcétera, que son seriamente golpeados por la caída de Mexicana; a nadie importó la gran cantidad de pasajeros que nos quedamos con boleto pagado sin que nadie responda, les tiene sin cuidado el desastre que todo esto ocasiona a la Terminal número 1 del Aeropuerto de la ciudad de México, antes la terminal que más movía pasajeros en Latinoamérica, ahora prácticamente una terminal fantasma.
El daño económico que le produce al país la caída de Mexicana está más allá de cualquier cálculo, y al gobierno no le ha importado, no más de tres comentarios aislados del secretario de Trabajo, diciendo que Mexicana volvería a volar en diciembre, sólo para después rectificar al afirmar que la quiebra es inevitable, y las tonterías de quien debía haber previsto este desastre, el secretario de Comunicaciones, Juan Molinar Horcasitas, quien carga en sus espaldas tres desastres nacionales: los acontecimientos de la guardería ABC, ocurridos poco después de su salida del IMSS, lo cual no le exime de responsabilidad ya señalada por la Suprema Corte de Justicia; el asunto de Mexicana, y, ahora, el regalo de la licitación 21 a Televisa, y el señor, tan campante.
Recientemente estuve en Madrid por asuntos personales y vi cómo Zapatero realizaba negociaciones personalmente para evitar un paro de los controladores aéreos y con ello la huelga y la semiparalización del trasporte aéreo, aquí Calderón no ha dicho esta boca es mía.
Es por esto y por mucho más que tenemos que ser solidarios con el SME y su causa. No puede gobierno alguno, por respaldar intereses de grupo, cesar así como así a 46 mil empleados de los cuales la mitad se mantienen a pie de lucha, y la ciudadanía lejos de denostarles porque bloquean el tráfico, aquí o allá, debemos respaldar su causa, de otra forma, nuestro país seguirá en picada y los perjudicados seremos todos.